26 diciembre 2008

Chicas bien

Popstear. De eso está hecho este blog. Somos todos pop star estreshados. Así me lo dijo una vez una amiga, de esas amigas chetas, divinas, que viven en un levité permanente, y tienen pisos en la avenida Alvear. No se contradice con mi condición proletaria, casi socialista, antisistema, o de una izquierda reflexiva como decíamos con Neuman. Para ellas -mis amigas de la avenida Alvear- debo ser como un personaje simpático. Ellas, chicas bien de familias disfuncionales, todas hippie chic de vinchas rosadas y remeritas de A.Y. Not Dead como las mías, me dicen que se acaban de casar y que están felices, que no tienen un mango pero le prestaron un departamento por la calle Posadas, dos años nada más y después arreglátelas, me dicen y yo les digo qué buena onda, por qué no tendré yo parientes o amigos que me presten un departamento durante dos años, lo necesario para trabajar 20 horas al día, lo mismo que trabajo siempre, para ahorrar y comprar algo chico, un monoambiente frente al mar, en cualquier parte. El mar está en todos lados. Imaginátelo. Eso. Me fui al mar dos días. Después vuelvo y me vuelvo a ir. Me gusta la ruta hasta la última ola.

18 diciembre 2008

Exterior. Noche

El martes hice la calle. Para alegría de muchas de mis groupies, me ubiqué en la vereda del Zas después de haber ingresado a ese antro de narradores y poetas y cantantes que no podían cantar y escapé sofocado con una botellita de fanta. Incluso me ofrecieron cerveza pero dije que ya no consumo más alcohol. Me hice abstemio como mi amigo que es espía para la Side y cada vez que sale con una chica se pide un licuado. No tomé alcohol en toda la noche a pesar de que lo ameritaba. Me encontré con Mairal que hablaba de sus traducciones amateurs de Shakespeare que un ignoto director de teatro utilizó en uno de sus talleres. Creo que era el monólogo inicial de Ricardo III que empieza así: Now. También me encontré con M. una de las chicas de autobombo y se quejó porque ya no comento más en su blog. Le dije que iba a escribir todo lo que hablamos esa noche para que no se quejara más. Después le prometí un libro de Marilyn Monroe. No sé a qué iba esto pero la idea es que de vez en cuando escriba algo. Que no esté bien escrito ni sea sumamente divertido sino más bien una escritura blog, de esas que les gusta a las chicas modernas, a mis groupies de siempre. Ahora me voy porque parece que empezaré a ser profesor de la facultad. Como Homero, cortaré los codos de mi único saco y le pondré pitucones.

16 diciembre 2008

Dicen que hoy hay fiesta


¿Qué tenés en la cabeza?
Cierre de ciclos literarios.
16 de diciembre, desde las 19 hs., el Centro Cultural ZAS (Moreno 2320)

07 diciembre 2008

Prats escucha


Dos temas en vivo de la banda islandesa Sigur ros. Ambos del último disco með suð í eyrum við spilum endalaust. Primero "við spilum endalaust" y en el segundo, "gobbledigook", junto a Bjork y por ahí también aparece un doppelgänger de Chitarroni vestido de blanco. Fijate.

04 diciembre 2008

Mensajes cruzados

Escribo en un mail: Nunca fui a City Hall. Nunca tuve adolescencia. Rimbaud había perdido su infancia en la poesía. Yo la perdí con otras cosas que no valieron la pena ni quedarán en la historia pero también la perdí y la sigo perdiendo. Y encima no soy Rimbaud.
Leo lo que escribo y me llaman por teléfono. Me dicen: "Bueno, hay que superar las etapas".

01 diciembre 2008

El universo

Son las dos de la mañana y sigo esperando el 168. Hace frío. Las calles tienen el tempo de la nueva novela de Murakami, personajes sonámbulos que andan por la ciudad: leen en algún café, dejan el celular en un supermercado, ensayan con sus banditas de rock o atienden un hotel alojamiento. Se me ocurre que ahora vendrá un chino en "motocicleta", me hablará en chino y yo no le entenderé nada. Pero por la cara me insulta. Le digo: "momentito, usted a mí no me insulta", pero no me entiende. Se saca el casco y efectivamente es un chino. Me doy cuenta por sus facciones. No es japonés, es chino. Habla en chino.
- No le entiendo - digo.
Y cuando el semáforo se pone en verde, se deja el casco en el antebrazo y arranca.
Me apoyo contra la parada del colectivo. Ya no llueve. Dos hombres fuman sentados en la entrada de un edificio. Una mina sale de una casa de dos pisos de enfrente. Cruza la calle con las manos en los bolsillos de su jean y los saluda. Beso, beso y chau. La mina se va. La veo irse. Le quiero ver la cara pero las sombras no me dejan. Al rato un tipo camina por medio de la calle. En la otra cuadra, un patrullero. El flaco sigue por el medio de la calle y el patrullero, a veinte, como que le enfila. Las luces azules dan vueltas. El tipo parece enfrentarse a las luces y a los policías cómodos en sus asientos. Como el chico frente a los tanques de Tiananmen Square. Pero cuando está en frente, sube a la vereda y se aleja. El patrullero sigue, cruza la calle a veinte. Los dos que fuman se levantan y llegan hasta un árbol con la tierra llena de agua verde. Aceite. Aunque está oscuro puedo saber que el agua es verde y que era aceite. Uno de los dos que fuman se agacha frente al árbol. Antes no había visto pero ahí hay una bolsa. El tipo la abre. Ahora se acerca el otro y se quedan mirando un rato la bolsa desplegada. Pienso que debe ser merca. Pienso en la mina que los saludó y siguió caminando. Miro hacia la casa que está enfrente. Pienso en cocinas de merca. Pienso en el lugar: el Once debe estar regado de cocinas ilegales de merca. Pienso en empezar una investigación. La policía debe estar arreglada, incluso deben pasar a veinte para controlar que no anden merodeadores por la zona, que nadie se avive, que todos sigan como si nada, como el pibe que caminaba por el medio de la calle silbando un tema de Roxette: Dangerous. Son las dos y media. El 168 llega y está repleto. El chofer no me abre la puerta de adelante sino la del medio. No pago: una buena. Me acumulo en el medio sin agarrarme de nadie. Adolescentes con botellas de gaseosa y fernet o algo peor. O mejor, quién sabe y para qué prejuzgar. Cantan cumbia: uno abre su celular y empieza la percusión. Se gritan de un lado a otro del colectivo. ¿Es sábado y la gente sale? ¿O es domingo y al día siguiente feriado? Pienso en el día internacional de la lucha contra el sida. Nadie daría asueto por el sida. Ni siquiera un gobierno pseudo progre como este. Miro mi cintita roja. Intento agarrarme de algún lado. Una gordita simpática me mira. Voy para otro lado, pienso. Los chicos se gritan y en cada cuadra, el chofer recluta nuevos pasajeros que le gritan que es un capo porque no tienen que pagar y se guardan el peso para la birra. Llega un grupo de chicas. Dos de ellas se besan. Los chicos miran. Los chicos hablan de conseguir algo de keto para levantar y seguir chupando. Me acuerdo de otras épocas. Pienso que todos estos deben ir a Amérika, que no es un boliche kafkiano o sí. Pero pasamos Gascón y Córdoba y ellos siguen. La gordita se levanta y tiene cinco amigos que la siguen. Dice que es acá, que acá nos tenemos que bajar y se baja. Los chicos de la keto (dicen keto y no keta, como hablaría yo de la ketamina) se pasan. Entonces descubro hacia donde van todos. Siempre creía que ese lugar era uno de esos patéticos salones de fiestas de quince. Y lo es. Se llama El Universo.

27 noviembre 2008

Diez minutos

Escribo en diez minutos. En el tiempo en que cocino unos fideos rápidos, sin aceite, con un caldito knorr en la cacerola, un puré de tomate guardado semanas atrás en la heladera, en un tupper de plástico, en el que desconfío pero intento convencerme de que el fuego quema todas las bacterias y lo meto en un recipiente y al fuego, diez minutos para escribir un texto cualquiera que pueda publicarse en el blog, meditado, eso sí, durante un viaje un colectivo en el que dos chicos hablaban de sus relaciones telefónicas con chicas que conocieron en Call TV. Los miro. Me dan lástima. Quizás yo les doy lástima a ellos pero al menos no mantengo relaciones sexuales o sociales con un teléfono. Uno le dice al otro cómo hacer para que los mensajes que te llegan no te coman todo el crédito de la tarjeta. Los miro y me dan lástima. En diez minutos escribo este texto. Los dedos aprietan teclas que no deberían, e intento una disciplina: cero error. Apretar sólo las teclas que corresponden a las letras que quiero escribir, formar sólo las palabras que quiero decir, transcribir los pensamientos de mi cabeza a los dedos llenos de olor a cebolla porque a la salsa le agregué una cebolla que estaba perdida al fondo de un cajón, derritiéndose como hacen las cebollas, una cebolla enorme que compré dos meses atrás en el Plaza Vea y que ahora pico con el enorme cuchillo herrumbrado al tiempo que pienso que el fuego quema todas las bacterias, quema todo lo que puede tener de putrefacto esta cebolla que ahora se huele en los dedos, en las teclas, en las palabras que transcribo de mi cabeza a la pantalla sólo en diez minutos.

24 noviembre 2008

síntomas

Parece no tener que hacer en la vida más que escribir. Vivir para escribir. No es el resultado de un contrato, como efectivamente podría ser, ya que ha habido algún ofrecimiento rechazado. Es el fruto de una decisión vital fuera de época. Una consagración laica o hasta profana pero profundamente espiritual. La escritura, dice esta nota, es un síntoma y no un ejercicio diplomado.

18 noviembre 2008

guerrilla

El viernes llegué a casa a las dos de la mañana. Me había quedado con Fuguet hablando sobre Arcade Fire y Andrés Caicedo en un restaurante. Que la madre de Caicedo le había abierto una cuenta en una farmacia, para que Andrés pudiera sacar fiado cuantos remedios y drogas quisiera. Así lo trataba de ayudar. Cuando salí, se levantó viento y empezó a llover. Dos chicas empezaron a correr como se empieza a correr con las lluvias imprevisibles. Las cortinas de chapa de la parrilla de Aldo estaban bajas. Me abrió Miguel y subí por la escalera hasta mi cuarto. Sonó el teléfono y atendí. Era Gus de Ultrapop para decirme que iban a hacer lo que habían preparado. A pesar de la lluvia, dijo, van a salir con un par de autos. Me preguntó si me sumaba y le dije que a las tres podría estar en el bar. El colectivo tardó un rato. Me dormí sentado en la vereda. Al tiempo que cabeceaba abrí los ojos y lo vi al colectivo. Una vieja con bolsas de supermercado subía con dificultad las escaleras. Llegué al bar diez minutos después de las tres. Gus estaba en la puerta junto a Yumber Vera Rojas. Hablaba con unas suecas. Les dije que la diferencia entre las suecas y las noruegas era que estas últimas siempre eran un poco más morochas. De pelo negro azabache. Yumber asentía. Se lo escuché repetir a un amigo que llegó después. Gus me dijo que bajara al subsuelo: estaban todos. Entré al bar con un tema de los Strokes. Bajé las escaleras y había cinco bolsas de consorcio enormes, negras, unas chicas fumando tiradas en el piso, dos poetas con pinta de heavy metal. Gus parecía ser el Wellington del que habla Roncagliolo en Jet Lag. Pero sin traje blanco ni la guita. Tiene pelo largo, camina encorvado. Levantó el balde de pegamento. Sacó una faja de clausurado de una carpeta marrón con el sticker de Ultrapop. Me dio el cartel. Al encenderse una cámara, me dijeron, como si me apuntaran con un arma, que dijera mi nombre y por qué lo hago. Con el objetivo rojo en mi frente, dije: soy Prats y lo hago por el ultraísmo.

12 noviembre 2008

Shhh

No sé qué es un blog. Escribo. Hablo solo. Hablo dormido. Me despierto y digo incoherencias. O creo que me despierto y digo incoherencias. O creo que me duermo y, despierto, no dejo de decir incoherencias. Me despierto con un grito. Y alguien me dice que estoy dormido. Me despierto y trato de explicar que el problema es una pelota que tenía en la mano y ya no está. Pero me dicen que estoy dormido, que debería descansar, estás muy contracturado, me dicen y pienso que la noche es la noche de Polidori, Byron y Shelley en Villa Diodati. Se propone un juego. Un desafío. Alguien escribe. Como si fuera una película de Greenaway se derriten víboras en las paredes. Hay un vampiro. Una ventana se cierra: ¡paf! Salto. Grito. Estoy dormido o despierto. Dormido digo que yo cierro la ventana. Abro la ventana, pienso en que me mirarán los de la casa ocupada de enfrente, gritarán algo o me invitarán a bailar cumbia. Tardo en cerrar la ventana. No cierra. No encuentro la gomita que la cierra. Estoy dormido. Tengo calor. Tengo una contractura que traza un dolor constante desde la base del cuello hasta la cintura. Grito. Pero estoy dormido. Me dicen que deje de gritar, pienso en que debería dejar de gritar, sueño que debería despertarme y bajar, rogar que la puerta de calle esté abierta porque no tengo llave de ningún lado. Me quedo en la escalera. Pienso. Leo. Me quedo dormido.

10 noviembre 2008

Virus

Son las nueve de la mañana y salgo rumbo al service que me recomendaron para ver por qué no arranca el sistema operativo de mi computadora. Me subo al 39, hago equilibrio con la computadora en la mano y llego hasta el local frente a la casa de mi hermano. Ni bien me ve entrar, el tipo (otra copia idéntica de Alejandro Kuropatwa) me pregunta qué pasó, por qué traigo la máquina. Le cuento. Está muerta, digo. Me dice que mire hacia la oficina: diez computadoras sobre unos escritorios de madera. Hace mucho que no veía algo así, dice el hombre. Alguien abrió una puerta y dejó salir la maldición, sigue. El tipo como si estuvieramos en una película de terror. Como si algo en el mundo anduviera mal. Y un poco paranoico me puse.

05 noviembre 2008

Teatro Proletario de Cámara

El libro está sobre una mesa del Centro Cultural de España en Buenos Aires (la sede para aristócratas de Paraná y Santa Fe -yo vivía a una cuadra pero lo aristócrata en mí sólo surgía cuando iba a desayunar a Josephine's, el café de un suizo ubicado en Parera y Guido). Nadie lo toca. Parece una Biblia. La palabra revelada. Llego y les pregunto a los que lo venden si puedo agarrarlo. Me dicen que sí. La tapa es de cuerina, el borde de las páginas, bordó. Abro el libro y lo primero que aparece es una página de revista porno barata, a tres por cincuenta en Corrientes, de los años ochenta. Es la edición facsímilar del Teatro Proletario de Cámara, la última obra de Osvaldo Lamborghini. Cuando Sudamericana editó en su momento las obras completas del autor de El fiord desechó esta, en la que había trabajado desde los ochenta. Muy complicada de editar, además de arriesgado. Páginas de revistas porno, manuscritos casi ilegibles, fragmentos de poemas, poemas, una foto de Perón junto a Isabel donde, en marcador negro, se lee: "Isabel, la caótica". Puro Lamborghini. Sólo trescientos ejemplares numerados a 120 euros cada uno. Me fijo en la billtera y sólo tengo cincuenta pesos cash. Consulto si aceptan tarjeta y me dicen que no, pero lo puedo llamar al editor español (el nombre de pila es Anxo) a su celular y pedirle que me venda uno. Hago cuentas. Pago el alquiler o compro un libro-objeto ilegible. En la calle, hablando con Tirri, lo saludo a Aira que está fumando. No sé si preguntarle si debo o no comprarlo. Por eso le digo que el precio está imposible. Aira no me mira pero se ríe. Le digo que Anxo debería llevar encima una maquinita para pasar la tarjeta de crédito así, al menos, lo podemos comprar en cuotas. Se ríe, no me mira. Noto que Aira nunca mira a los ojos. O mira para arriba o para abajo. Se ríe. Es un tipo agradable pero no quiero abrumarlo. Le preguntaría tantas cosas que no se me ocurre ninguna así que hablamos de Obama (en un momento dice que le dejó de interesar esta elección), hablamos del clima (¿lloverá?), un conocido le comenta que la hija de Rafael Squirru está por sacar un libro sobre el padre. Le interesa. Aira tiene una remera gris con dibujos rosas. Yo era una chica moderna. Tiene un libro en la mano, un libraco importante pero no puedo ver el título. Para la presentación de esta edición preparó un texto pero dice que no va a leerlo, cada vez que termina algún texto sobre Osvaldo, a los diez minutos vuelve a leerlo y lo corrige, lo deshace y vuelve a intentar una nueva explicación de su literatura. Siempre, dice, encuentra cosas nuevas.

04 noviembre 2008

Tapa de nalga

Son las siete y media de la mañana de un martes y suena el despertador, se enciende la radio. Me levanto, me lavo la cara y los dientes, me pongo un bermudas y el delantal de cocina que me regaló la gente de History Channel y ahí estoy, como viejita catamarqueña que no tiene nada más que hacer de sus días mas que cocinar. No es que estoy con hambre. Anoche cené a las doce y media de la noche y unos buenos fideos Don Vicente con salsa de tomate. Como la noche anterior. Lo que pasa es que el sábado había comprado carne en el supermercado y algunas verduras y la carne tenía como fecha de vencimiento el 5 de noviembre. El olorcito de la cebolla de verdeo se eleva a las siete cincuenta; la carne se cocina a las ocho y veinte. Después de cortarla. Nueve menos diez ya estoy listo para empezar a trabajar, resuelto el almuerzo y, si es posible, también la cena. No está mal cocinar tan temprano. Mientras me quito el delantal, no sé por qué, recuerdo la conversación que escuché anoche, mientras caminaba por Dorrego hasta Atlanta. Dos chicos que trabajan de tiracables en Telefé caminaban detrás mío. Se quejaban de las veces que los dejan solos desarmando todo. Que nunca les mandan ayudantes ni nada de eso. Pero en un momento uno, creo que después de que pasó caminando una mina muy linda, se acordó de una compañera que tenía en la escuela secundaria. Dice que tenía un culo tan grande que cuando bailaba, la mina tenía la capacidad de aplaudir con las nalgas. El otro chico se empezó a reír. Te lo juro, decía el otro: en un momento escuchabas a alguien aplaudir y era esta mina. ¿Y lo hacía en el boliche?, preguntó. A veces, pero siempre se lo pedíamos y lo hacía para nosotros en las reuniones.

31 octubre 2008

Pasillos

En un libro de Alvaro Bisama que una joven poeta acaba de regalarme el autor recuerda cuando le preguntaron a Anderson qué sentido tenía la lluvia de ranas al final de su película Magnolia. Anderson respondió que sencillamente era una idea fortiana: la anotación de un suceso inverosímil que irrumpía en un mundo verosímil con la fuerza de una epifanía cuyo sentido era tan luminoso como la tinta invisible. Las ranas podían ser una plaga pero también un milagro, una curva en las leyes de la narración, la fuerza centrípeda que desordena todo el relato y le ofrece algo de delirio. Leo el fragmento y esa idea en el subte D, mientras la vieja a mi lado sacude el codo frente a mis ojos. En el pasillo que conecta la línea D con la C, un hombre con la voz ronca canta a capella “El amor es más fuerte” de Ulises Butrón y sostiene con su mano una gorra sin billetes. “Pueden robarte el corazón/ cagarte a tiros en Morón”. Si te cagan a tiros en Morón, pienso, estás muerto. No hay vuelta. Me gustaría gritarle eso, pero me alejo empujado por esa respuesta a una canción pelotuda.

22 octubre 2008

Gorro de lana con lista de temas

Esta es la lista de temas que tocó Cocorosie el jueves pasado, en el evento que organizó Martini en sus Red Passion City, en el Teatro Margarita Xirgu. ¿La ves? Es una de las hermanas Cassady. Gorro de lana con lista de temas, maquinita de sonidos, loops que por momentos sumaban pero casi siempre estaban de más. Llegué a las nueve y recién habían abierto las puertas. Acababa de empezar el cóctel pero como no voy ni por la comida ni por la bebida sino por la música, me fui a un bar de San Telmo, a cenar. Leía un libro sobre la Generación Global que editó recientemente Paidós. Un libro de bolsillo. Los que me gusta llevar cuando salgo de noche y no quiero llevar bolso. El edificio del Xirgu estaba teñido de rojo, el plantel de Club 69, ataviados de cabaret, te recibían con plumas coloradas y una imitación de Pachano, bigotito a lo John Waters, bastón a lo Sarmiento, saludaba con una reverencia y te invitaba a pasar. Los mismos de siempre con los bocaditos de paté en una mano, brochette de carne en la otra, en la misma que sostiene un vaso largo de Martini con agua tónica. Por ahí anda Cerati. Deborah del Corral. Un actor que bailaba en la tribuna de Repetto. ¿O actuaba en el programa? No me acuerdo. Creo que era el coreógrafo o algo así. Estaba él y no importa. Estaba Esmeralda Mitre (creo), Roxana Harris (seguro) y varias modelos que conozco bien aunque nunca supe sus nombres (será porque no importan demasiado). Empecé a dar vueltas. Me ofrecían bandejas y no aceptaba. Me gusta el punto en que los/as mozos/as saben que no les aceptarás nada y hay un guiño de complicidad. Ni siquiera te preguntan y te saca un peso, ya no hay que hablar, no hay que agradecer, pasan al lado tuyo y no interfieren ni en la mirada ni en el paso. Son fantasmas. Viene una bandeja de gaseosa y no acepto. Tomo un vaso de Martini con agua tónica para probarlo. No me interesa. Me encuentro con Lloyds, me lo encuentro siempre: sea en Los Mudos, en el Pachamama o en alguna inauguración de Malba. Es el rubio que se agarra los afiches de Félix González Torres y se los regala a la chica con la que está saliendo. Pasamos el tiempo. Una serie de performances de la troupe Club 69 baila temas de Madonna o Donna Summer. Hasta que llegan las Cocorosie. Como suele ocurrir, los eventeros, las modelos, Cerati, los insoportables con el palito de brochete en la mano derecha, vacío, no dejan de hablar. Ni siquiera cuando Carlos, un amigo de las hermanas Cassady (según se dice uno de los Doma, pero no recuerdo que haya un Carlos en el grupo) salta y baila y filma con una cámara. Una máscara le cubre el rostro. Después quiere hacer el mosh. Quiere saltar hacia el público y sentirse en una ola de manos que le haga un recorrido por todo el lugar. Solidaridad rockera, se dice. Carlos no tiene en cuenta que los asistentes a este evento vinieron a comer, beber, hacer sociales y no dejar de hablar. No quieren escuchar nada sólo boludeces. Por eso Carlos pega un salto hacia el público, las manos extendidas, y cae derecho al piso. Se escucha el golpe seco, la máscara contra el suelo. Los ojos de los asistentes se cierran y sienten lástima.

21 octubre 2008

Dobles

Anoché cené tarde en la cantina de Aldo. Me senté afuera con un libro de Dino Buzzati y en frente se armaron una mesa los dobles de Alejandro Tantanián, Liliana Heker, Juan Sasturain y el cuarto era una copia defectuosa de Alejandro Kuropatwa. Me lo imaginé sacando la lengua y mostrando una de las pastillas rosas contra el sida. En realidad sacaba la lengua y servía con desprecio la cerveza. No sabía nada porque prefirío la Isenbeck ("es mejor", dijo con cara de yo-de-esto-sé) antes que la Warsteiner. No tengo ganas de chequear el nombre de la cerveza así que va así como me viene a la cabeza. Los dobles eran arquitectos. Y hablaron mal de gente de la arquitectura. Hablaron mal de un Julio, profesor en la carrera, porque era tartamudo, y Tantanián dijo que una clase de él era un parto, lo que tenía que durar una hora y media duraba dos horas y media. "Un parto", dijo antes de convencer a Heker y a Kuropatwa que lo acompañen con una parrillada. Ahí me saqué porque no estoy de acuerdo de pedir parrilladas en las parrillas. Te meten las sobras. Kuropatwa pidió una morcilla más en la parrillada (chistes malos, afuera) y Sasturain, flamante director de una carrera o un máster o algo así, pidió una suprema de pollo. Sasturain también tenía cara de abuelo de Heidi, pero más gordo. Y hablaba bajo. Tenía más autoridad que Kuropatwa y que Tantanián. Heker era una boluda que se quería coger a alguno, seguro, porque no paraba de reírse. Los arquitectos también hablaron mal de los alumnos. Sol Lobato, hablaron mal de vos. Dijeron que no podés hacer una línea recta. Sasturain se quejaba de que no saben hacer viviendas. "¿Cómo puede ser que sepan construir museos, shoppings, edificios de oficinas y cuando se les pide hacer una vivienda hacen laberintos? ¿Por qué, para pasar del living a las habitaciones se tiene que salir al patio?" Sasturain estaba indignado.

29 septiembre 2008

La familia, los rockeros y la pareja en separación

Lunes a la noche, ceno solo en Rondinella. No es como en el diario íntimo de Bioy Casares que dice "cena en casa Borges". Yo ceno solo. O más bien acompañado por las mesas que me rodean. Los escucho atentos, aunque ellos no lo sepan, aunque al mirar hacia mi mesa vean a un pibe ensimismado en sus papeles y en un libro que de vez en cuando cierra para servirse un vaso de soda. Mesa uno, al costado izquierdo. En la misma que estaban las tres chicas sex and the city de la semana anterior, ahora hay una pareja (14 años juntos), pinta bajón. Él, camisa blanca (acaba de llegar del trabajo), saco gris oscuro en el respaldo de la silla de al lado, se acerca para escucharla a la mujer que llora y que le dice que él no es feliz porque no se compromete con nada. Nunca se comprometió y todo en su vida fue siempre superficial: con los amigos, con el trabajo, incluso con los deportes y con ella misma, "estuvimos catorce años equivocados", le tira la mina que parece tener razón porque el tipo ni se inmuta. Y, como si se despertara recién diez minutos después de que la mina esté llorando, el sujeto empieza a discutir con ella porque dice que él sí se compromete, él sí quería que las cosas mejoraran. Se acercan. Hablan más despacio; Chiche, el mozo que es un calco del uruguayo Jaime Roos, le trae a él un café y aunque los interrumpe ellos no dejan de discutir y en un momento el hombre lanza: "lo único que te digo es que tengas cuidado con las nenas". Me pregunto si así volverán a la casa, si seguirán juntos, si arreglarán las cosas en la vereda antes de entrar al edificio. Piden la cuenta, la traen, pagan y se van. Mesa dos, adelante. Una familia aguarda que lleguen el hermano y el amigo. Acaba de llegar Padre. Antes estaban Madre, el hermano Menor (menos de veinticinco), Rosario y el novio, que están por casarse y están buscando departamento (hoy vieron uno precioso en Palermo, bien cerca del zoo pero Rosario duda porque le dijeron que en verano hay olor; a qué nivel, pregunta, pero el hermano menor le dice que hay olor pero te acostumbrás, que no es lo mismo que vivir junto a un basural). Y no, indudable. Entonces llega Padre, que se quita el saco y lo cuelga en el respaldo de la silla. Camisa blanca, pinta de buena onda, empieza a pedir una provoleta y le pregunta a los chicos cómo les fue en la búsqueda de departamento. El novio, no sé si el apodo es Chapa o Chagas, porque el hermano menor no modula, dice que les fue bárbaro y cuenta todo lo que Rosario contó antes. Salvo por los detalles en las paredes y la disposición de los ambientes. Chagas (me gusta el apodo y pienso en ponérselo a alguno de mis personajes: Chagas) habla de guita. Padre dice que cuando se decidan (no hay que apurarse, siempre hay alguien que necesita la guita al toque y se puede empezar a negociar, dice) le dejan la negociación. Padre tiene una inmobiliaria. Seguro. Rosario atiende su celular y es su amiga Omi, que le pregunta cómo está. Resulta que Ro, como le decimos los que le tenemos confianza, estaba mal de salud, una estupidez, pero tenía que terminar de hacerse estudios. Después le cuenta a Omi todos los detalles de cada uno de los cinco departamentos que vio durante el fin de semana y le dice que a Canadá. Pienso en la coincidencia porque yo también viajo pasado mañana a Canadá. No creo que viaje con ella como acompañante de asiento ya que siempre me toca con una vieja con olor a naftalina, una gorda insoportable o un tipo con su mujer, siempre arriba de los sesenta, que me pelea por la posición estratégica del codo en el apoyabrazos. Al rato llega el hermano mayor (que pidió por teléfono un cerdo a la naranja para sorpresa de todos) con la novia. O no, es un amigo, algo así como un híbrido entre Jagger y Richard Ashcroft. Sacón largo, estrecho en la cintura, pelo largo. Se me ocurre que los hermanos de Rosario + el amigo Jaggshcroft forman una banda de brit pop de cabotaje o algo similar a los Kings of Lion o tal vez son una imitación from Balvanera de los Jonas Brothers. Llegan las dos ensaladas verdes, el pollo a la parrilla para Ro, los bifes de chorizo para los demás. Comen. Al hermano menor le gustó la última película de Adam Sandler. Hermano mayor no lo escucha, pero cuando Hermano mayor habla, el menor dice qué quién cuándo y el padre, que está en el medio de los dos, le dice: boludo, cada vez que te hablo no me das ni cinco de pelota y cuando este dice una pelotudez te morís por saber qué pasa. El padre es buena onda y lo dice así. Me acuerdo cada línea. Más adelante, una mesa de amigos dicen que pusieron un aviso buscando a un rugbier diseñador gráfico. Se ríen. Deben ser diseñadores porque saben que esa combinación es medio difícil. Al volver a casa, llueve. En la cuadra de mi edificio estaciona un auto y bajan dos hombres. Policias de civil porque se les escuchan las radios cambio y fuera. Miran hacia los techos de la casa abandonada que está junto a la mía. Donde por las noches los gatos pelean contra fantasmas.

22 septiembre 2008

metro cuadrado

Domingo, cuatro de la tarde. Termino de ver el partido de Nalbandian en la casa paterna y acaba de empezar el quinto punto definitorio, pero prefiero irme, caminar un rato, pensar más de lo que se recomienda. Mala decisión la de caminar un rato porque elijo llegar hasta el Museo de Bellas Artes sin tener en cuenta que es domingo, y que es 21 de septiembre, y que la feria de Plaza Francia es un cuello de botella insoportable, con adolescentes que se abrazan y se besan y se pasan temas de celular a celular y cantan canciones de amor con guitarras criollas y bufandas estilo Arafat en el cuello. Basta. Empiezo a caminar más rápido y llego hasta el Museo de Arte Decorativo, ingreso por el estacionamiento, donde están las mesas de un cafecito muy simpático. Pero no me siento. Me dan alergia las viejas pitucas. Llego hasta el Museo Evita. Alguna vez me habían dicho que el restaurant era muy bueno así que me quedo en el patio, tranquilo, poca gente, sin música, tranquilidad para poder leer un buen libro. Me ubico junto a dos chicas, una más grande que la otra. Una, la más grande, es mexicana. No sé si es dueña de un hotel o canta en algunos hoteles porque habla de la vez que cantó en uno de Playa del Carmen. Pienso que si es la dueña puede hacer lo que quiera, total el hotel es de ella. Debe tener plata. Se mantiene bien, incluso se hizo un par de lipoaspiraciones y va al gimnasio tres veces por semana. Se nota. En cuanto me siento le pregunta a su amiga (son amigas, sin duda, o primas, no sé, o tal vez ella, dueña de un hotel, la tiene como gerenta de relaciones públicas a la chica argentina, poco más o menos treinta años, anteojos negros, no parece linda pero tampoco es horrible, al menos tiene un toque de onda) cómo puede ser que las Aleph Residences de Faena puedan costar seis mil dólares el metro cuadrado.
- Hijo de una reverenda chingada - dice la mexicana, que no puede creer cómo son tan caras. Yo también leí esa mañana la nota en el diario: seis mil dólares el metro cuadrado. Hijo de la chingada. Me gusta esa expresión. La mexicana dice que un departamento en Nueva York, en plena Quinta Avenida, cuesta siete mil dólares el metro cuadrado. Me gustaría agradecerle el dato: siempre quise saber cuánto costaba un dos ambientes en NY. Me gustaría contarle que yo viví dos años arriba de la Quinta Avenida, pero la pendeja argentina le diría, sonriendo, que esa es una galeria que está muy cerca de Retiro. Igual no le digo nada y sigo escuchando, mientras la mexicana comenta sobre las medialunas que acabo de pedirme. Incluso antes de pedir la cuenta se piden un par de cafés americanos, ella, la mexicana, la hija de la chingada, se pide una medialuna sólo para probar, porque la tenté. La mexicana después cuenta sobre su departamento ubicado en la zona más cara del DF: cuesta doscientos cincuenta mil dólares. Y encima quiere comprar otro en Buenos Aires, pero antes quiere ver dónde invertir. Entonces pienso que la argentina, arquitecta de más o menos treinta años, es su asesora en asuntos inmobiliarios. También hablan de Víctor, el novio de la mexicana que trabaja demasiado y va de un lado a otro del DF a Cancún, y vuelve a verla por el fin de semana, incluso la semana que viene estará en Buenos Aires porque la extraña. La argentina le cuenta de un biólogo que conoció hace un par de noches en una fiesta. El biólogo le empezó a hablar de la evolución del ser humano y la argentina, arquitecta, le quiso cambiar de tema. No pudo. Pero le divirtió cómo el biólogo le fundamentaba sus teorías, así que por ahora se olvida del pibe con el que está saliendo, que al final no se decide si avanza o no, pero que el lunes, cuando cenaron con la mexicana (deben ser primas, capaz), el pibe de la argentina estuvo de lo más bien. Tal vez pensaba en las vacaciones que podría tomarse en el departamento de la hija de la chingada de tres mil dólares el metro cuadrado. Se me ocurre. Mi gira sigue hoy lunes, en Rondinella (espero que conozcan esta cantina de Alvarez Thomas y Dorrego, ya me siento Vidal Buzzi) y ocupo la mesa junto a un grupo de tres mujeres (las tres casadas, efervescencia sex and the city), que arañan los cuarenta. Una se queja porque a la suegra le llegó un primo de Estados Unidos y le regaló veinte mil dólares para que se mude a un departamento más grande.
- Lo tuyo es envidia - le dijo la guacha que tenía enfrente.
- No, lo mío es bronca.
- Ni siquiera es bronca. - le dijo la tercera- Lo tuyo es odio.
Y el marido que le quiere pedir prestados siete mil dólares a la madre para cambiar los muebles de la casa.
- Yo ni pienso gastar plata en cambiar muebles - le respondió ella.
Parece que el marido se le ofendió.
No sé. Mientras las bolsas del mundo se derrumban y los chinos están a punto de comprar todos los bancos estadounidenses, paso las páginas de mi libro. Sigo en Chacarita. En un dos ambientes (de mucho menos de seis mil dólares el metro cuadrado) y le enciendo velas a Mao, a Yuya y a la planta ya muerta que me regaló Aquiles.

02 septiembre 2008

La planta


Cuando llegué a mi habitación me senté frente a la máquina de escribir y empecé a tirar líneas. Cualquier cosa. Se me ocurrió la historia de una parejita que duerme en un rancho en medio de La Pampa. Se escapan de alguien. O alguien los persigue. Mientras hacía escritura automática y ensayaba estéticas que iban de Tarantino a Lynch giraba la cabeza y veía la planta de marihuana que me había regalado Aquiles hacía dos semanas frente a las vías del tren blanco. No sobrevivió a los días nublados. Las hojitas verdes y chamuscadas me daban tristeza. Tenés que tener cuidado porque son frágiles, me dijo Aquiles que no es ni dealer ni amigo sino jardinero y además buena onda. Que había plantado veinte semillas y habían despuntado todas, explicó. Así que ahora se dedicaba a regalar plantas en vasitos de plástico. El mío era (o es porque todavía lo tengo) amarillo. Miro la planta y la extraño. Pienso en hacerle el amor. En besarla, pero no sé si con eso se despertará, si podrá resucitar. En la ventana de esta habitación no recibe sol sino humo de la cantina, y los maullidos desesperados de un gato que no me deja dormir a la noche.

Entonces escribo. Una pareja en una habitación. Son perseguidos y tienen una plantita de marihuana que se les muere. Pienso en sexo, drogas y cumbia villera, pero me sale cualquier cosa. Es difícil el límite, le digo a Iván cuando me lo cruzo en un recital de Bicicletas. Cosas que se pasan de trash, le digo pero él, remera con letras flúo, me dice que no me preocupe: vos trasheá, tirá puntas, después nos juntamos y reciclamos en el diálogo, a lo manliba.

30 agosto 2008

La historia comienza

El viernes almorcé con Iván, mi dealer, en la cantina de Aldo, y me comentó que estaba interesado en que yo escribiese una novela de género. Una novela de acción, dijo, barata, fácil de leer, como aquellas que editaba Bruguera en los años ochenta. Pero además quería que estuviese bien escrita. Le pregunté cuánto iba a pagarme y me dijo que eso lo podíamos hablar en cuanto tuviera algunas páginas. Quizás podía ser en especias, dijo y acepté. Iván, además de dealer, tiene una editorial independiente. Y además de dealer y editor independiente trabaja como guionista de MTV. Iván tiene una teoría y es que Michael Jackson se hizo blanco porque sólo los blancos pueden triunfar en el mundo de la música pop. Michael Jackson quería ser popular, quería vender millones y por eso pasó del negro al blanco, dijo Iván, mientras comía milanesa con papas fritas. Le dije que podía ser así y enseguida me dio un ejemplo: en los libros de historia del rock siempre en la tapa aparecen o Los Beatles o los Rolling Stones o Elvis Presley. Es el racismo del rock.

23 agosto 2008

Pachanga

Todo estaba innovado cuando aparecimos. No fue difícil, entonces, averiguar que nuestra misión era no retroceder por el camino hollado, jamás evitar un reto, que nuestra actividad, como la de las hormigas, llegara a minar cada uno de los cimientos de esta sociedad, hasta los cimientos que recién excavan los que hablan de construir una sociedad nueva sobre las ruinas que nosotros dejamos.

(¡Que viva la música!, Andrés Caicedo. Se presenta el miércoles 27 de agosto en la Librería Fedro.)

19 agosto 2008

Destino

Me acabo de encontrar con mi destino en una plaza de Constitución. Caminaba, los ojos en el suelo, pensativo, como siempre, y me encontré un naipe boca abajo. Sucio, viejo, roto en una de las puntas. Estaba ahí perdido. Alrededor no había otros naipes. No era parte de un mazo que se le cayó a alguien o que voló de algún departamento o de alguna habitación de un hotel de pasajeros. Estaba solo. Me dije que si lo daba vuelta y la carta era un cuatro de copas, por ejemplo, mi vida de ahí en más sería una mierda. Me parecía un buen desafío. Como Maverick en el barco, una carta podía cambiarme la vida. Me jugaba todo. Entonces me arrodillé y la di vuelta. Mi destino es un as de oro.

16 agosto 2008

electrificado

Hay un texto que dice:
"que la vida siga siendo tu taller de poesía
& ojalá electrifiques la energía de tu tormenta interior"

Me gustó.

31 julio 2008

Filman Tokio blues

El director franco-vietnamita Tran Anh Hung dirigirá la versión cinematográfica de la novela Tokio Blues (Norwegian Wood), de Haruki Murakami. El rodaje parece que empezará dentro de dos meses, con el fin de que la película sea distribuida en las salas de cine en 2010. (+)

30 julio 2008

Reina

En la foto de al lado, la inscripción que tiene la chica en la campera de cuero, dice: God Save The Queen y de fondo, se ven un montón de imágenes de Kate Moss en diferentes etapas de su vida.

29 julio 2008

Domínguez

Domínguez camina por el gimnasio, mira a unos tipos que le pegan a la bolsa y les dice que así no se hace. Se detiene y, los brazos en jarra, dice:
- Sí, en un año te subís a un ring.

28 julio 2008

5 lentos

5.



4.




3.



2.



1.

God dj

Me junto a desayunar con Max en M. Hablamos de la fiesta que organizó, junto a un amigo que tiene un corralón, en un convento franciscano. Llevé a mi primo, me encontré con Lola Arias, Ulises Conti, Mkt, Cristian Alarcón. Me encontré con Black, con las chicas de El Teje, con María B. Le digo a Max que había gente indignada porque hacer una fiesta en esos claustros centenarios era una falta de respeto. Es que tampoco iba a ser una fiesta así. Se les fue de las manos. Y me dice que no estaba todo tan pensado. Nadie se fijó que las luces rojas iluminaban un crucifijo enorme colgado atrás del dj.

21 julio 2008

Prats escucha



Alguna noche de estas prometo organizar una fiesta en la que se escuche The Polyphonic Spree. Se van a tirar globos blancos y todo.


18 julio 2008

Oyola, a los tiros

"Hace rato tenía la idea de usar una canción concreta y cada verso de la canción fuera el título de un capítulo. Y ahí me di cuenta de que me divertían mucho las canciones de Bon Jovi, que por lo general son de despecho: la mina que te cagó, la mina que dejaste. En Chamamé pensaba que desde el punto de vista del narrador, del Perro, la letra cobraba otro sentido. Ese mismo reproche hacía un tipo que no lo quería. Es humanizarlo un poco, puede ser muy poronga, pero le gusta Bon Jovi." Leonardo Oyola me decía eso de su novela, Chamamé, cuando recién se publicaba en España. Ahora ganó el Premio Hammett a la mejor novela negra. En una parrilla de Dorrego nos juntamos a comer antes de su viaje. Me decía que el premio era ser finalista, viajar otra vez a España. Le dije que lo iba a ganar, pero claro, ahora es más fácil decirlo. Es hora de festejar.

10 julio 2008

Lujos

Mediodía. Frente a un plato de pollo a la cacerola (con cebollita, zanahoria, pimiento, salsa de soja) y papas al horno (de las mejores que he cocinado) me escucho diciendo para mí mismo: "no hay caso: cuando la quiero vivir, la vivo".

07 julio 2008

Prats escucha

Los olvidados

Recibo un mail de Carlos Salinas Maldonado, desde Nicaragüa, donde dice que es finalista del Premio de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano. Carlos participó del Taller de Periodismo y Literatura en Aracataca y durante esa semana se leyeron textos producidos y publicados y él leyó uno que se titulaba "Los olvidados del Casita". Cuando terminó de leerlo nos quedamos todos callados. Intentábamos procesar esa historia. Él no estaba demasiado convencido de la calidad del trabajo. A nosotros nos parecía excelente. En el mensaje de hoy dice que está dentro de los cinco finalistas, dice que no lo puede creer y nos agradece porque si no hubiera escuchado nuestros comentarios jamás lo mandaba al Premio. Ya está armando sus valijas para viajar a Monterrey. Está feliz y no es para menos. El trabajo se lo merece.

Prats escucha

14 junio 2008

Siete whiskys y una fanta

Así se llama el equipo que armamos con mis amigos para jugar un campeonato de fútbol. Ya armé un desafío con el equipo de mi hermano para prepararnos. Será en tres semanas. Quiero que a las camisetas blancas que nos regala Gatorade les queden manchas de sangre.

Aldo

Así se llama el mozo de la cantina de al lado.

Bolsa

Primer hecho de sonambulismo en mi nueva casa. O no, es el segundo. El anterior ocurrió la primera noche, cuando desperté gritando porque estaba convencido de que me había olvidado la billetera, los pantalones y cientos de papeles en el departamento anterior. Anoche no sé qué pasó pero al despertarme encontré en una bolsa negra los cables y los controles remotos del dvd y del vhs; en el piso un par de pantalones y la cama sin almohadas.

12 junio 2008

Mar

Nací en una pequeña aldea de Liberia que ya no existe, allí construyeron una planta hidroeléctrica, y la aldea quedó sumergida bajo el agua. Si quisiera visitar mi lugar de nacimiento tendría que ir en bote, y hundirme en el fondo del mar.
(Alexander Sokurov)

30 mayo 2008

Diario de una mudanza (5)

Anoche no dormí. Hasta las cinco y media llené canastos, rompí papeles sueltos de la novela, de cuentos viejos y corregidos, de gacetillas interminables, de tesis universitarias de amigas que me las dieron para corregir. Lo peor no fue eso sino que lo hice sin música, muerto de frío, comiendo las últimas galletitas gold mundo que me quedaban. A las seis me acosté como estaba y a las seis y media me desperté y seguí preparando todo para la mudanza. A las siete y media llegó a la puerta de Talcahuano y Santa Fe un elefante colorado que tenía tatuado en el lomo: Mudanzas Sbora. Son mis muchachos. El primero que bajó me preguntó si yo era su contacto. Asentí y me dijo que estaba difícil para estacionar, que no sabía si iban a poder hacerlo, que quizás deberían estacionar una cuadra más allá. Empecé a putear hasta que Miguel, el cabecilla de todo esto, vio que un auto dejaba su lugar y atrás de él otro. El camión entró perfecto. A Miguel lo secundaban un pendejo de dieciocho, un gordito que parecía porteador peruano y el conductor del camión. Cuando entró al departamento, Miguel preguntó si levantaba todo lo que se veía. Lo dijo así y le respondí que sí. Miguel aplaudió y empezó a dar órdenes. Dale, que hace frío, decía Miguel. Traé el destornillador, la manta, traé el acolchado para bajar la heladera. Miguel no tenía dientes pero ordenaba y los otros obedecían. Me preguntó si esta era mi oficina. Me preguntó qué carajo había puesto en los canastos que estaban tan pesados y después, para qué quería tantos libros. Desde que empezó todo esto me digo que debería vivir sólo con un bolsito, que no debería aferrarme tanto a las cosas, dejar de lado mi corazón cartonero y tirar los papeles. Esta vez lo hice y me prometí liberarme de algunos libros (no de todos, claro) . Algún día -soñé- viviré con un bolso siempre armado, con una sola muda de ropa y alguna biografía que me apasione. Así recorreré el mundo.
***
La mudanza terminó a las once. Todavía quedan algunos canastos y ahora debo recoger unas pocas cosas que quedaron y entregar la llave. Ya está ubicada mi cama, tiene las sábanas limpias y la luz ingresa por la ventana. Es una linda tarde.

29 mayo 2008

Diario de una mudanza (4)

Ya descubrí para qué sirve Perfil: es ideal para hacer bollitos de papel y que los platos dentro de los canastos no se rompan. Y a La Nación la uso para envolver las tazas.

***

Soundtrack mudanza:
Disco 1. Jukebox, Cat Power
Disco 2. Sleep through the static, Jack Johnson
Disco 3. Is this it, The Strokes

***

Hoy le dije a una viejita simpática del primero piso que me iba. Se ofreció a ayudarme. Además como está en un monoambiente, le dije que se cambiara para el décimo. Quizás le dejo las plantas.

28 mayo 2008

Diario de una mudanza (3)

No sé si lo anterior quiso ser poético o qué, pero hay cosas que importantes para decir y nadie las dice: es absolutamente inhumano sacar el agua del freezer descongelado a las 0.45 de la madrugada del miércoles más frío del año.

Diario de una mudanza (2)

Sueño que de a poco todo comienza a vaciarse. Las bibliotecas, los placares; comienza también a descender el aire por una escalera de edificio, del diez al nueve y así hasta planta baja. Desciende como la cama, y la heladera, y el televisor, y las botellas de whisky vacías. Al menos en mis sueños, ya todo se fue. Pero ellas se quedan, Yuya y Mao permanecen arremolinadas por el aire, sometidas por la escarcha de la noche sobre el balcón.

Diario de una mudanza (1)

El camarada Hax me decía ayer que debería sacarle fotos a mi casa. No tengo cámara, le dije y se indignó, dijo que no podía ser que un blogger prominente no tuviera cámara digital. Le dije que no era un blogger prominente, que ya no tengo ni groupies, pero igual, me propuse hacer un diario de la mudanza (original, ¿no?) mientras la cuenta regresiva avanza. Anoche dormí pésimo, con los canastos de mimbre que murmuraban y conspiraban para secuestrar mi casa y declarar la independencia de los canastos de mimbre. Los soñé caminando en cuatro patas, petacones como son, barrabravas de mudanza. Me desperté cada cinco minutos, tosía, estornudaba, se me llenaban los ojos de lágrimas y puteaba por el polvillo. Diseñaba en mi cabeza la logística de estos días. Me desperté a las siete con Jack Johnson (sonará hasta que termine todo esto), agarré la biografía de Sartre y me fui a desayunar afuera porque acá ya no se puede vivir. Descubrí que las bolsas de residuos Asurín (gigantes) podían servirme para ubicarlas dentro de los canastos y los libros no tendrían contacto con estos canastos hijos de puta. Son perfectas aunque también caras y sólo traen diez, pero no importa. Ayer recibí mensajes de gente que me apoya, que me envía fuerzas desde la distancia. Recibí llamados telefónicos de todas partes del mundo: del Hay Festival (con Salman Rushdie y Gore Vidal tomando té) hasta Chile. Todos están leyendo este block. Todos acompañan y mi cintura comienza a sufrir los primeros embates. Seguiré sin descanso. Ya tengo seis canastos llenos. Faltan doce. La obsesión me llevará al final de la noche de esta mudanza. Y levantaré mi Asurín con la mano izquierda.

27 mayo 2008

Move on

¿Por dónde se empieza? Tengo canastos acumulados en cada rincón de mi departamento. No me puedo mover. Escribo con los codos sometidos, apretando mi cuerpo, y la luz no ingresa a la habitación porque los canastos llegan hasta el techo. Literal. Tengo dos días para meter todo en estos treinta cuadrados de mimbre. Tengo que cerrar la revista, ir a la inauguración de ArteBa, a la presentación del libro de Liniers, tengo que irme a cenar a otro lado porque en casa ni siquiera puedo sentarme: hoy desayuné de pie en la cocina, después de que los muchachos (¿tres pibes de quince años me van a hacer la mudanza?) me dejaran los canastos y después de pagar la seña convenida me pidieran unos pesitos para "el café". No tengo nada, flaco. Te estoy dando lo último. Definitivamente, los discos y algunos libros voy a llevarlos por mi cuenta.

23 mayo 2008

Prats escucha

Los había escuchado en el soundtrack del filme Thumbsucker junto a Tim Delaughter aunque no tenía idea de quiénes eran. Parecen evangelistas o carismáticos o miembros de una secta. Son The Polyphonic Spree. Mueven las cabezas. Levantan las manos. Alaban no sé a quién. Son una sinfónica rockera integrada por 24 personas. Escuché el tema Lights & Day y me sorprendió la potencia de una banda formada por una multitud, la unidad y las delicadezas de algunos instrumentos y del trabajo coral para interpretar temas de ellos y de otros. A Nirvana (una gran versión de Lithium en el festival Lollapalooza) y también a los Beatles (Sgt Pepper Lonely Heart Club Band)



Light & Day (video)



Lithium



Light & Day en Scrubs

22 mayo 2008

Noche peronista

Anoche terminamos tarde y como ocurre casi siempre los días de cierre largo, fuimos a cenar con los que quedamos últimos. Los de siempre. Fuimos a un restaurant español de Moreno y San José, porque se podía fumar, pedimos jamón crudo, unas gambas, una tortilla a la española, después y cazuela de mariscos. Al final hubo discusión si habíamos tomado tres, cuatro o cinco botellas de vino. Creo que fueron cuatro, nos cobraron tres y parecieron cinco, pero nunca te cobran de menos. Siempre es de más. Hablamos de Bolivia, de la situación en Bolivia y cada uno recordó sus viajes a Potosí, por el salar o por el Lago Titicaca. No sé quién dijo que le sorprendió la cantidad de iglesias evangelistas que había y empezamos a hablar de las religiones carismáticas, del gospel y terminamos entre las respuestas que puede darte la ciencia y las que pueden darte las religiones. Llega un punto en que la ciencia también es una cuestión de Fe. No sé cómo después pasamos a desentrañar la Revolución Rusa y la manera en que los alemanes escapaban del Ejército Rojo en Stalingrado. Creo que el disparador fue alguna película, como siempre, o la estadía de alguno en la mesa como corresponsal de Tass, la agencia de noticias soviética, en Berlín. También hablamos de la fisonomía de los rusos y de la capacidad para beber vodka (o cualquier cosa) que tienen. De Rusia, pasamos a la Segunda Guerra; de Hitler pasamos a Perón y la noche nos encontró en la vereda del restaurant ya con las cortinas bajas, intentando entender el peronismo. No llegamos a nada

17 mayo 2008

Cumbia!

Anoche fui a comer con Los Peyotes -ellos pizza y yo un lomito-, la banda de garage, psicodelia y bizarrez que alguna vez estuvo en mi programa de radio. Se acordaban del programa, que estaba bueno el lugar. Les conté que perdimos el espacio porque vino Palmer, el dueño de Ku, y puso toda la guita para quitarnos el espacio y convertir esos sábados en electrónicos. Del indie a la electrónica. Le querían poner onda y no tenían idea. Después los acompañé al show que darían a las doce en el Salón Pueyrredón. Tocaron a la una. Los temas clásicos (si saben que soy negro no me pidan color; el humo te hace mal), los ahhhh, los gritos de aguante la cumbia y el delirio de cinco flacos que no la pasan mal. Ni ellos pueden creer que ahora los inviten a Rotterdam para participar del Primitive, el festival más importante de música garage, y después aprovecharán para irse de gira, durante un mes, por Berlín.
Siguiendo con la cumbia, hoy sábado me fui al Rojas porque cerraba la muestra Tropicalísima. Y tocaba El Fantasma. Lo saludé al Fantasma y me preguntó qué leía. Le dije que Dios es redondos un libro de crónicas de fútbol del mejor escritor latinoamericano: Juan Villoro. Lo tenía en la mano y se lo mostré. Quedó chocho. Le dije dónde se lo conseguía (ahí, en la misma cuadra) por diez pesos. También lo conocí a Cristian Alarcón, que hace tiempo venimos intercambiando mails. Admiración mutua. Por ahí andaba Julio Arrieta, protagonista de Estrellas y Roberto Jacoby, el curador en las sombras de todo esto, que agitaba sin parar. Mi amigo Max estaba contento. Armó un poco de ruido, que es lo que le gusta hacer. Además se vio a la gente con la manito arriba, moviendo la cadera, gritando ¡cumbia de la buena!

12 mayo 2008

Mañana

Antes que nada recomiendo Sleep through the static, el nuevo disco de Jack Johnson y la entrevista que le hicieron en Rolling Stone. Me pasé toda la noche con ese disco. Me quedé hasta las dos de la mañana corrigiendo y hoy me desperté a las siete. Parece que en los últimos tramos de algo la excitación me hace perder el sueño. Bueno, cuestión que hace un rato, tipo once y media, terminé la segunda reescritura y corrección. El texto está bastante mejor que en el verano cuando lo terminé. Hay partes fuertes y el final me sigue gustando. Debo decir también que se cayó Coghlan así que la Comunidad que iba a armar con dos amigos no podrá ser. Tampoco las fiestas ni los asados interminables en la terraza. No importa. Mañana, quién sabe, seremos libres.

03 mayo 2008

Imaginate

Imaginate el barrio: a pocas cuadras de Parque Saavedra (unas pocas más y estás en la General Paz, y estás en la provincia), imaginate que en frente tenés una de esas despensas de viejo, en la otra cuadra un local que vende empanadas y, según dicen, son bastante buenas. Imaginate que el ambiente es tranquilo, que el primer piso está recién construido, que tenés visión panorámica hacia una casa abandonada y una terraza enorme, con lugar para una parrilla. Imaginate que la habitación no es tan grande como la actual pero está bien: con una cama y una mesa de luz, ya estás, tenés el placard espacioso (para poner los dos pantalones que tenés y una campera: tu vestuario habitual) y una cocina bien equipada de alacenas. Y tenés bañadera. Chica, pero bañadera al fin. Basta de frío, te decís. Imaginate que alquilás el primer piso de ese ph. Y que un amigo alquila el de planta baja A y otro el de planta baja B. Imaginate los días. Imaginate que por las mañanas el barrio se despierta con Manu Chao. Imaginate que la tuya, es la Casa Babylon.

26 abril 2008

Poco feliz

Recorro una librería de la avenida Santa Fe. El encargado de la librería atiende a unos chilenos que buscan un libro de Vasili Grossman, dicen que el título del libro tiene algo de la guerra pero no recuerdan exactamente el título. El encargado al parecer tampoco entonces me meto y les digo que el libro que buscan es Un escritor en guerra. Los chilenos se alegran y me agradecen pero el encargado me dice gracias pero ya los estoy atendiendo. Baja al depósito a buscar los libros. Les digo a los chilenos que el hombre parece haberse ofendido porque me metí. Los chilenos dicen que no me haga problema y seguimos, cada uno por su lado. Encuentro Llamadas telefónicas, el libro de cuentos de Bolaño que leí hace tiempo pero que no tengo porque me lo habían prestado. Lo saco del estante y sigo. Sube el encargado, entrega el libro a los chilenos y me mira, se acerca, me pregunta si yo soy el que escribió esa columna sobre un libro de Tel Quel (no le digo que soy Prats sino el otro así que asiento) que compró en esta librería. El encargado intenta una sonrisa incómoda: fue una columna poco feliz, dice y me sorprendo. Entonces lo interrumpe otro cliente y se aleja. Encuentro el libro de Salinger que buscaba y llevo los dos que elegí hasta la caja y ahí está el encargado: lo que era poco feliz era el precio de ese libro, le digo. Un libro que en Europa cuesta veinte euros, te lo cobran trescientos cincuenta. El distribuidor se aprovecha.
- Pero fue poco feliz, todo eso que escribiste era ficción - dice.
- Cuando escribo periodismo no hago ficción. - le digo y se queda callado, pago mis libros y me alejo.

25 abril 2008

Adiós, balcón

Todo arreglado: el veinticuatro de mayo me voy del balcón, de mi departamento coqueto, me alejo de mi cocina diminuta, de mi baño sin bañera y de mi vista prodigiosa de la ciudad. Adiós a mi cueva moderna de la Quinta Avenida, adiós a Abraxas (pero volveré) y a los domingos por la mañana de desayuno en el barcito de viejas con plata ubicado en Guido y Parera. De aquí, puedo decirlo, salió una novela y en un tiempo, quizás, alguna placa indique que aquí se escribió Ruido. O quizás nadie se preocupe por esa placa. No importa. En mi fantasía, en mi historia, siempre se dirá eso. Adiós, amigos. Los muchachos de la mudanza ya desenchufan la heladera, ya ubican los libros en cajas (pienso en aprovechar para catalogar todo lo que tengo). Estoy en la calle. Pero ayer hablaba con mi amigo oftalmólogo y su padre me hace un lugar en un hotel de pasajeros (baño compartido) en el barrio de Monserrat. Empieza otra aventura. Quizás escriba algo de todo esto.

18 abril 2008

Prats escucha

Después de haber visto I'm not there, la maravillosa película de Todd Haynes en la que interpreta la figura y el arte de Bob Dylan, un tema de Cat Power, Song to Bobby.

14 abril 2008

Prats escucha


este es el tema que se escucha al final de Los paranoicos, de Gabriel Medina. Que tiene varias bandas del rock independiente.
banda Doris
tema Así

04 abril 2008

Mensajes

Lo que transcribo es un mail que nos envío uno de los mejores jóvenes periodistas colombianos, un tipo que tiene una claridad y una humanidad notable, a un grupo de periodistas latinoamericanos que convivieron durante una semana en Aracataca. Ahora él está en Madrid, en una beca para periodistas.
Lo transcribo porque es poesía.
"Deben buscarse amigos como se buscan libros. Acertar en la búsqueda no reside en que sean muchos o extraordinarios, sino en que sean pocos, buenos y bien conocidos". La frase es de Mateo Alemán, un novelista español que estuvo preso en la misma cárcel donde Cervantes escribió Don Quijote. Dos meses después de iniciada la beca que curso en Madrid, con veinte periodistas de iberoamérica, sepan que los recuerdo como las páginas de uno de esos libros que se guardan para siempre en la mesa de noche. Un semana, esa semana en Aracataca, bastó llevarlos dentro. Entre mis compañeros transitorios he buscado infructuosamente la pasión que se desbordaba de sus ojos allá, donde todo era posible. He tratado de arañarla en medio de conversaciones que gravitan entre la abulia y el conformismo, pero no hay caso: pesco en mar seco. En las noches que me permite esta ciudad insomne, he seguido con cuidado sus mensajes y ha sido inevitable añorar esas tardes de calor primitivo. Ha sido un orgullo conocerlos chicos. Les mando besos, abrazos, cariño sin fechas de caducidad. Un día, lo sé, entre letras o caminos sin terminar, nos volveremos a ver.

la sociedad de consumo

Tengo la manía de acumular sin pagar nunca las facturas de servicios. Durante meses. Como que espero a ver una pila de quinientos pesos en código de barras amenazantes en la biblioteca, junto a los libros de Thomas Pynchon que jamás pude terminar, para ir una sola vez al rapipago y pagar todas de una, pagar quinientos diez pesos con cuarenta centavos, pagar con recargo siempre, sin que me importe y nunca hacer cuentas, nunca llamar a telefónica para que me quiten la línea control (el teléfono de casa no lo uso nunca), nunca llamar a fibertel para que me corten internet y me propongan una nueva promoción, veintitrés pesos por mes durante seis meses, banda ancha a pleno, pero no, nunca lo hago y aunque no pague, no sé por qué fibertel no me corta el servicio. Al final, aunque nunca lo crea, son buena gente.

31 marzo 2008

Aira

El sábado, después de la mesa sobre reseña, crítica académica y pensamiento crítico en los medios que organizó Fogwill nos fuimos con Zambra, Capelli, Libertella y su novia, Mattoni y los cordobeses Schilling y Lo Presti a un restaurant medio turbio de Perón y Montevideo. Armamos una mesa en el primer piso (donde se puede fumar) al fondo, rodeados de viejos discos de pasta. Viejas glorias. Al rato llegó Mairal y pedimos la comida. Teníamos que llamar al mozo apretando un timbre en lo alto. Pedimos cervezas en jarra. Algunos pidieron revuelto gramajo y yo ñoquis al fileto sin queso. Hablamos de Aira. Mucho. Mattoni, que lo conoce bien, contó las anécdotas de Aira y Carrera en Pringles. Hablamos de sus libros. De El Llanto. De Embalse. De Los misterios de Rosario y de los personajes como Giordano, que aparecen en esos libros delirantes. Mattoni dice que una vez, Aira acompañó a Carrera al viaje de egresados en Bariloche y se pasó los días que duró el viaje encerrado en una habitación, rodeado de libros, escribiendo. Dije que muchas veces me detengo a pensar cómo sería una biografía de César Aira y siempre llego a la conclusión de que sería el libro más aburrido de la historia.

27 marzo 2008

Artistas







Acaba de llegarme el libro de retratos de Pablo Bernasconi, un excelente trabajo de síntesis entre plástica, biografía y obra de artistas y personajes diversos. "No hay mayor diferencia entre Liam y yo. Él es un cretino y yo también" es la cita que acompaña al retrato de los hermanos Gallagher (arriba). Otro retrato es el de Luca (más arriba) pero en el libro no lo encuentro.

20 marzo 2008

Zambra

Golpean la puerta: ¿Don Alejandro? Lo llaman de Buenos Aires. Alejandro atiende, dice que está muy cansado, que acaba de darse una ducha y necesitaría treinta minutos, ¿podrá ser? Acepto. Treinta minutos después dice, entrecortado, tartamudo, todavía dormido y con una voz pequeña como si fuera posible que las voces tengan tamaño: estoy convencido de que lo importante es que los libros sean como los libros quieran ser, que el relato se escape de la mente del escritor, que tenga vida.

12 marzo 2008

Morrison dice

Dicen que ya no escribís, Prats, ¿qué pasa? ¿Te cansaste? Hoy me lo decían unas chicas en un bar de la calle Salguero, me lo decían preocupadas, porque quieren leerte, aunque les guste los temas que posteas, que son tan lindos, y ahora algunos (que antes no le gustaban) los comienzan a escuchar, todos juntos, una tarde, cualquier tarde, mientras trabajan o juegan al tetris frente al monitor, y escuchan tus temas, Prats, que no son tuyos pero casi, porque lo único que hacés durante todo el día es meterte en youtube y dar vueltas por videos y por bandas, y por grabaciones caseras que no te interesan y tampoco le interesan a tu gente, Prats, y qué frase: la gente. ¿La gente existe? Eso se me ocurre ahora, mientras me quemo la cabeza con un encendedor, me quemo los ojos y miro mis manos quemadas por el mismo encendedor al que no se le extingue la llama. ¿Quemado? Ya lo dije.
Morrison.

02 marzo 2008

Prats escucha: Latinoamérica



banda Los Jaivas
tema Mira niñita (vivo)

Filosofía

El kata es una combinación de posturas del karate de defensa y ataque. -- dice Fabián Casas (Ensayos Bonsai, Emecé)-- Es meditación en movimiento. Parecen servir para atacar y defenderse pero en la práctica sirven para meditar. Fabián dice que se armó un kata literario: "está compuesto por estos manifiestos a los que veo como movimientos para meditar y crecer, para producir vida.
1) La Carta a la Dictadura Militar, de Rodolfo Walsh.
2) El escritor argentino y la tradición, de Borges.
3) El prólogo de Gombrowicz a la edición del Ferdydurke argentino.
4) El prólogo a Los Lanzallamas, de Roberto Arlt.

"En karate existen muchos katas, creo que cada uno, a lo largo de su vida, debería armar los que se le canten."
Y sigue, en un párrafo que parece que no tiene nada que ver y sin embargo: "Con la primavera llegó a mi vida un regalo de Dios que se llama Rita. Tiene tres meses. La otra noche estábamos en el parque y se puso a cavar un pozo, lo hacía con un convencimiento milenario, lo hacía con el corazón de la especie. De esa manera me gustaría escribir".

28 febrero 2008

Escritura automática

Estuve sin escribir porque me quemé el dedo. No es grave, sólo me hago la víctima. También estuve con demasiado trabajo. Demasiadas reuniones: todas esas cosas insoportables que uno tiene que resolver cuando está alienado. Hoy no quiero salir de mi casa pero es inevitable. No sé si con piloto o camperita de lluvia. Quizás busque un pilotín amarillo y salga a caminar entre los autos por los semáforos. O ande en bicicleta, pero no tengo bicicleta. Tenía una en la casa de mis tías, en Santiago del Estero. En el garage de la casa de mis tías. Siempre que voy en los veranos, la veo. Si esa bicicleta hablara. La usé entre los seis y los ocho años. Nunca más. En esa época escuchaba Los Parchis, que se formaron el año en que yo nací así que nacieron conmigo. Ahora escucho tantas otras cosas y por eso todo el tiempo pienso en la Literatura Rock. ¿Existirá? Siempre lo hablamos con Leonardo Oyola (autor de Chamamé), que ayer me llamó y me dijo que en quince días se va a un festival de literatura en Ibiza, de novela negra. Se tatuó el nombre de otra novela y ya la terminó: Gólgota (para vos, Guns and Roses, mirá), que también se editará en España. Sudamenricana le publicará en la Argentina su primera novela y después Chamamé. Me contó que en estos días escribe en la casa de Pablo Ramos. Un día tengo que ir a visitarlos. Debe ser genial verlos trabajar.

26 febrero 2008

Prats escucha: versiones



Un muy buen tema de The Smiths (1987) convertido en versión melanco por el productor Mark Ronson, que convocó al cantante canadiense Daniel Merriweather. Me engancha más The Smiths.

23 febrero 2008

Grisham

Hace unos años, un amigo me pidió que le regalara un libro del Tato Young. A este amigo lo llamaremos Grisham, para relacionar su nombre con las funciones que desempeñaba hasta hace unos días. A Grisham lo conocí en algún cumpleaños de otro amigo, que por estos días comenzó a estresarse porque casi todas las noches tiene que resolver secuestros extorsivos. A Grisham lo conocía de vista, lo saludaba, alguna vez lo llevé en auto de Ezeiza a Capital, pero nada más. Nos hicimos verdaderos amigos una noche, en Cuzco. Habíamos ido de viaje por Bolivia, Perú y Ecuador con otros chicos. Y una noche, en esa ciudad, me fui de bares solo. Grisham me siguió y me encontró en la barra de un lugar de mala muerte, con un vaso de whisky sin hielo en la mano. Me abrazó y me dijo que esa imagen de poeta maldito me calzaba perfecto. Me reí. Le pregunté si quería sentarse. Aceptó y pidió una Fanta naranja. Grisham es abstemio. No toma una gota de alcohol. Cuando sale con una chica, por ejemplo, ella pide un trago y él, un licuado de frutilla. No tiene problema. Y por lo general es el alma de cualquier fiesta. Vive en Belgrano, en un departamento que era de jugadores de las inferiores de River, y por eso el encargado del edificio cree que él es jugador de fútbol. Grisham nunca lo desmintió. Con amigos en común siempre dijimos que Grisham tenía que ser periodista de chimentos o espía para algún gobierno. Hace unos día me llama: te tengo que contar algo. Tiene que cambiarse el nombre porque cambia de trabajo. Le pregunto si se convertirá en estrella de telenovela y su nombre tiene poco gancho. No. A partir de ahora será un agente secreto del servicio de inteligencia. Parece que este año nos vamos a divertir un poco.

21 febrero 2008

Prats recomienda

A pesar del desastroso afiche que hicieron (que parece una estúpida película adolescente) recomiendo este filme, que tiene un soundtrack maravilloso con temas como “Anyone Else But You”, de The Moldy Peaches, interpretado por Ellen Page y Michael Cera (versión que cierra el filme y que se encuentra aquí abajo) y "So Nice So Smart” de Kimya Dawson.


19 febrero 2008

Bolsas

En mi último día de vacaciones no puedo olvidarme de llevar la ropa al lavadero. La ropa blanca en una bolsa y la de color en otra. El problema es que no tengo bolsas. Tengo algunas de supermercado pero las uso para tirar la basura. Así que revuelvo mi casa y pienso en ir a la lavandería a pedirles un par de bolsas para poder llevarles mi ropa sucia, para que ellas (las chicas de la lavandería) tengan trabajo, que no será mucho porque a veces, cuando me quedo sin ropa limpia, bajo a la calle, camino hasta Santa Fe y me compro lo imprescindible. Pero todo viene a que no tengo bolsas y debajo del sillón encuentro dos: una bolsa de Dickens y otra de Guadalquivir. No sé qué van a pensar las chicas de la lavandería. Quizás no me digan nada.

esto pasó