22 abril 2009

Bife angosto

Acabo de comer uno de los bife de chorizo más feos de mi vida. No sé si esto es importante, si alguna de las pocas groupies que andan dando vueltas por la red en busca de textos de Prats se interesará por saber de mis costumbres gastronómicas nocturnas pero la verdad es que estos dos últimos días esas costumbres no fueron ni muy sofisticadas ni muy interesantes. Anoche agarré lo primero (y lo único) que había en la heladera: un tupper con fideos moñitos sin salsa, que habían sobrado de la noche anterior. Ni siquiera era un tupper de los grandes, era una porción deprimente, famélica, y a eso lo acompañé con la mitad de una baguette dura que había sobrado (también) de la noche anterior. No quiero dar lástima. Hoy al mediodía almorcé dos veces y ahora pedí un bife de chorizo a la parrilla de la esquina. Lo pedí a punto y lo trajeron dos horas después totalmente pasado, seco, y encima a 24 pesos. Por diez te consigo un gran plato de lo que sea en Constitución. Estoy indignado. Sepan disculpar las molestias ocasionadas. Saludos a Morrison, a Symns, a la línea peinada en el fondo de nuestras cabezas.