28 febrero 2007

Yo

Me piden que escriba sobre mi vida. Es la segunda vez que me lo piden en una semana. Antes fue la editora de una revista que saldrá en los próximos meses (una revista cultural que le llegará a las mujeres, atención chicas) y en donde hice una entrevista (según dicen quedó linda). También me pidió una foto. No tengo. Una foto digital, cualquiera, me dijo. No tengo fotos mías digitales, al menos de los últimos años. Podía enviarle algo de cuando era chico y me sacaban fotos porque en Mar del Plata, durante los veranos en la playa de Punta Iglesias, iba por las carpas jugando solo (siempre jugaba solo) y me pedían que cantara, entonces el único tema que sabía era ese de los Pimpinela. Sí, ese de "quién es", "soy yo", "que vienes a buscar", "a tí". Y lo cantaba sin problemas. Siempre dije que debería haber sido cantante. De rock. Pero no un Miranda cualquier que canta temas de los Pimpinela (aunque era un destino posible si proyectaba aquella época) sino un Tom Waits, un Lou Reed, o el cantante de Sigur Rós, afligido y mántrico. Ahora otra vez. Julia me pide que escriba acerca de mi vida. Y no sé qué decir: a la editora le escribí una hoja de vida de lo más normal, pero después agregué que tengo un cactus suicida que se llama Morrison, dos plantas en mi balcón terraza, Yuya y Mao; que uso las remeras al revés (mi madre dice que ese debe ser un problema psicológico o algún mensaje cifrado que le envío no tiene idea a quién), y que a veces --cuando hay eclipse, como el que se verá el sábado a partir de las 19.30-- escribo algunas cosas que se me ocurren.
pd. Al final, mi prima me envió una foto que yo ni sabía que me habían sacado, una en la que estoy con mi sobrinita de tres años (rubia ella) y parece como si le estuviera contando un cuento porque se mata de risa. A la editora le encantó. Y no me queda nada para decir sobre mí. Mi vida es de lo más normal. Lo interesante es cuando la invento, cuando me convierto, Prats existe, en un personaje de una novela y reconstruyo las andanzas de Jack Kerouac por Frisco, y entonces me pierdo por Cuzco una noche de enero, solo, tomando whisky en la barra de un bar de mala muerte y me encuentra un amigo y nos abrazamos y brindamos (él con una especie de Fanta porque es abstemio) y hablamos de la vida, de mi vida, y ahí sí tengo cosas para decir, será por la noche, por el whisky o porque las invento. No sé.

18 febrero 2007

Escapar

El sábado terminamos de trabajar y nos fuimos al barrio chino a festejar año nuevo. No sé. No soy chino pero festejo. ¿Y? En realidad quería escapar, sí, como todos. Más tarde caimos, como de costumbre, en Kim y Novak. Cerveza. Cerveza. Ellos (+ ella) tomaban un trago con jenjibre. Yo, cerveza. Si no hay whisky, prefiero cerveza. El vino, fuera de las comidas, me duerme. Y además en un bar no suelo tomar vino. Como digo, prefiero cerveza, ¿o no, Morrison? Morrison no responde. Se hace el dormido. Quiere tirarme con juguetes como Emilio García Wehbi a Maricel Alvarez. ¿No dan ganas de entrar a la casita del Gran Periférico y partirle la cara al payaso? ¿No te da bronca cuando ella llora y él le toca el culo? Al final toman leche, los tres (+ el enano) con Operas normales. Porque ahora, no sé si sabrán, hay Operas triples, cuadradas, raras.
Querido diario: el sábado estaba en la vereda del bar y llegó una limousine (¿así?). Pensé que iba a salir Charly pero salieron mujeres, cinco, seis o siete, no sé cuántas eran pero salieron con las típicas orejas de conejitas (me aburren las despedidas de solteras). Entre ellas, Ceci Rainero, totalmente ida. No me conoce. O sí, creo que alguna vez me la presentaron:
- Ceci, Prats.
- Prats, Ceci.
Entonces vuelvo: el sábado, en la vereda, estaba con Vera Fogwill que me miraba y decía: no podés conocerla. Entonces las presenté.
- Ceci, Vera
- Vera, Ceci.
Ceci no entendía nada. Y al final, la chica (de la) despedida cumplió la prenda y junto a sus amigas entró al vehículo para partir. Vera recordó que la primera palabra que dijo en su vida fue: taxi. "No me preguntes por qué-- dijo-- pero quizás porque desde chica me quería escapar".
Yo, siempre.

16 febrero 2007

Prats escucha

1.

Alguna vez escribí: "La melancolía de Radiohead y la experimentación de Björk. Así es el universo de la banda islandesa Sigur Rós, que en su cuarto disco Takk, logra aquello que esbozaba en sus anteriores trabajos: Agùtis byrjun (1999) y The brackets (2002). Sólo dejarse llevar por los coros de ángeles o las distorsiones del limbo que se convierten en música. Uno de los mejores discos en mucho tiempo."

2.

También dije que Takk era el disco con el que leí Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, de Haruki Murakami. Ustedes sabrán apreciarlo. Lo sé. Si tienen problemas para ver el video desde You Tube, recomiendo que visiten este sitio y recorran los diferentes videos de la banda. Todos tienen algo para decir.

3.

Hoy me desperté con este disco y con este tema comencé a volar. El video que posteo tiene una fuerza tremenda. Es del tema "Glósóli". En islandés, la palabra se pronuncia “glow-soul-ih” y significa algo así como "Glowing Sun": sol que brilla intensamente. Era el día para escucharlo.

4.

Datos: el video lo hicieron Stefan Arni and Siggi Kinski que trabajaron con el colectivo Gus Gus. Fue producido por Jon Adams y el director de fotografía fue Chris Soos.

13 febrero 2007

Erotismo

Alguien a quien respeto, pero con el cual no comparto muchas de sus ideas estéticas dice que en un filme de Michel Deville ("Le voyage en douce") se encuentra la mejor definición del erotismo en boca de una mujer. Allí, Dominique Sandá y Geraldine Chaplin, dos amigas de años, abandonan por un tiempo a sus parejas y se largan a la aventura. Al parar en una posada, un muchacho ansioso intenta, de pronto, concretar un encuentro a los apurones con cualquiera de ellas. El personaje de Dominique Sandá le detiene el gesto diciendo : "Le plaisir est le desir". Ese alguien que escribe, dice: "Me niego a traducir está frase precisa y espléndida, porque el francés se ha hecho para estas cuestiones." Me hubiera gustado ser el autor de esa frase. De ese pensamiento. De esa negación.

09 febrero 2007

Manifiestos

1.
Hace bastante que no posteaba alguna imagen y ésta, de Alfredo Prior, que puede verse en Malba, me gustó.
2.
Ayer fui a ver la nueva obra de Daniel Veronese: "Teatro para pájaros". La puesta es bastante simple, la escenografía pareciera ser la misma de "Espía a una mujer que se mata". Pero lo maravilloso de esa hora frente al escenario fueron las actuaciones. La pieza dice, critica, reflexiona sobre el teatro sin la búsqueda de esas pseudo poéticas de la nada. Tiene ritmo. Tiene humor. ¿Qué más?
3.
Otro manifiesto es el de Muscari. "Dame Morbo" (Teatro Belisario) es una acumulación de insultos, mal gusto, y rompe la cuarta pared mediante una sucesión de parlamentos donde se mencionan tanto a Pepe Parada, Pepito Cibrián como a lo que hacen: "mierda teatral". Así, Muscari se enfrenta a la institución-teatro. En el programa de mano, Muscari dice que fue tildado de "frívolo", "trucho" y hasta de "vacío". "Todo eso soy. --escribe-- Quiero serlo y por suerte, puedo". La obra apunta contra la escena de la avenida Corrientes como al under: "Quiero ser esnob, quiero actuar en el Camarín de las Musas."


02 febrero 2007

Ellas

Hace unos años tuve un cactus que, como ustedes saben, se llamaba Morrison y se suicidó tirándose de la ventana de mi habitación. A veces regresa de la muerte, recita poesía y me habla al oído. Hace una semana, un amigo (Fernando) tomaba unas cervezas en mi balcón y me dijo: "acá falta algo". Una planta de marihuana, dije. Y dijo que era cierto, que podría tener una pero ambos resolvimos que todo el trámite de hacer secar las hojas era bastante molesto. Y siguió: "pero falta algo", dijo y al tercer vaso de cerveza concluyó: "faltan algunas plantas". Le dije que era cierto, pero acababa de comprarme el microondas y el dvd, que para mi trabajo (ambas cosas) eran fundamentales. A los tres días nos juntamos a cenar en su casa y antes de irme me preguntó: "¿estás en auto?" No, dije. Entonces Facundo te puede ayudar. Y me dijo que lo acompañara. Lo seguí por la cocina hasta el lavadero. Ahí estaban. Eran dos. Verdes. Simpáticas. Una, casi un yuyo. La otra tenía unas hojas suaves y brillantes. Una, la parecida al yuyo, no sé qué tipo de planta es. La otra es una Rosa China. Me las llevé a las dos. A mi amigo no supe cómo agradecerle y le di un abrazo. Pensé en algún nombre que las describa, que les de una identidad. El de la Rosa China era casi obvio: Mao. La otra di muchas vueltas, pero al fin decidí llamarla como un "snowbardo" con el que hablé una temporada en San Martín de los Andes. El nombre: Yuyo. La ubiqué en el balcón. Al día siguiente me desperté apurado, ni siquiera me lavé y ya estaba listo para el primer riego. Luego de todo un día de sol (esto lo aprendí de mi tía Chicha: a las plantas hay que regarlas cuando cae el sol, porque si lo hacés a la hora de la siesta, podés quemarlas) las regué con el mismo vaso Quilmes hasta el tope de agua bien fría. Ese día lo llamé por teléfono a mi amigo y le dejé un mensaje en el contestador porque no me atendía. Le dije: "Boludo, me diste una razón para vivir. No dejo de hablarles, ponerles música. Son mis nenas".
Ahora dejo de escribir en este locutorio frío, las chicas tienen sed.