26 abril 2008

Poco feliz

Recorro una librería de la avenida Santa Fe. El encargado de la librería atiende a unos chilenos que buscan un libro de Vasili Grossman, dicen que el título del libro tiene algo de la guerra pero no recuerdan exactamente el título. El encargado al parecer tampoco entonces me meto y les digo que el libro que buscan es Un escritor en guerra. Los chilenos se alegran y me agradecen pero el encargado me dice gracias pero ya los estoy atendiendo. Baja al depósito a buscar los libros. Les digo a los chilenos que el hombre parece haberse ofendido porque me metí. Los chilenos dicen que no me haga problema y seguimos, cada uno por su lado. Encuentro Llamadas telefónicas, el libro de cuentos de Bolaño que leí hace tiempo pero que no tengo porque me lo habían prestado. Lo saco del estante y sigo. Sube el encargado, entrega el libro a los chilenos y me mira, se acerca, me pregunta si yo soy el que escribió esa columna sobre un libro de Tel Quel (no le digo que soy Prats sino el otro así que asiento) que compró en esta librería. El encargado intenta una sonrisa incómoda: fue una columna poco feliz, dice y me sorprendo. Entonces lo interrumpe otro cliente y se aleja. Encuentro el libro de Salinger que buscaba y llevo los dos que elegí hasta la caja y ahí está el encargado: lo que era poco feliz era el precio de ese libro, le digo. Un libro que en Europa cuesta veinte euros, te lo cobran trescientos cincuenta. El distribuidor se aprovecha.
- Pero fue poco feliz, todo eso que escribiste era ficción - dice.
- Cuando escribo periodismo no hago ficción. - le digo y se queda callado, pago mis libros y me alejo.

25 abril 2008

Adiós, balcón

Todo arreglado: el veinticuatro de mayo me voy del balcón, de mi departamento coqueto, me alejo de mi cocina diminuta, de mi baño sin bañera y de mi vista prodigiosa de la ciudad. Adiós a mi cueva moderna de la Quinta Avenida, adiós a Abraxas (pero volveré) y a los domingos por la mañana de desayuno en el barcito de viejas con plata ubicado en Guido y Parera. De aquí, puedo decirlo, salió una novela y en un tiempo, quizás, alguna placa indique que aquí se escribió Ruido. O quizás nadie se preocupe por esa placa. No importa. En mi fantasía, en mi historia, siempre se dirá eso. Adiós, amigos. Los muchachos de la mudanza ya desenchufan la heladera, ya ubican los libros en cajas (pienso en aprovechar para catalogar todo lo que tengo). Estoy en la calle. Pero ayer hablaba con mi amigo oftalmólogo y su padre me hace un lugar en un hotel de pasajeros (baño compartido) en el barrio de Monserrat. Empieza otra aventura. Quizás escriba algo de todo esto.

18 abril 2008

Prats escucha

Después de haber visto I'm not there, la maravillosa película de Todd Haynes en la que interpreta la figura y el arte de Bob Dylan, un tema de Cat Power, Song to Bobby.

14 abril 2008

Prats escucha


este es el tema que se escucha al final de Los paranoicos, de Gabriel Medina. Que tiene varias bandas del rock independiente.
banda Doris
tema Así

04 abril 2008

Mensajes

Lo que transcribo es un mail que nos envío uno de los mejores jóvenes periodistas colombianos, un tipo que tiene una claridad y una humanidad notable, a un grupo de periodistas latinoamericanos que convivieron durante una semana en Aracataca. Ahora él está en Madrid, en una beca para periodistas.
Lo transcribo porque es poesía.
"Deben buscarse amigos como se buscan libros. Acertar en la búsqueda no reside en que sean muchos o extraordinarios, sino en que sean pocos, buenos y bien conocidos". La frase es de Mateo Alemán, un novelista español que estuvo preso en la misma cárcel donde Cervantes escribió Don Quijote. Dos meses después de iniciada la beca que curso en Madrid, con veinte periodistas de iberoamérica, sepan que los recuerdo como las páginas de uno de esos libros que se guardan para siempre en la mesa de noche. Un semana, esa semana en Aracataca, bastó llevarlos dentro. Entre mis compañeros transitorios he buscado infructuosamente la pasión que se desbordaba de sus ojos allá, donde todo era posible. He tratado de arañarla en medio de conversaciones que gravitan entre la abulia y el conformismo, pero no hay caso: pesco en mar seco. En las noches que me permite esta ciudad insomne, he seguido con cuidado sus mensajes y ha sido inevitable añorar esas tardes de calor primitivo. Ha sido un orgullo conocerlos chicos. Les mando besos, abrazos, cariño sin fechas de caducidad. Un día, lo sé, entre letras o caminos sin terminar, nos volveremos a ver.

la sociedad de consumo

Tengo la manía de acumular sin pagar nunca las facturas de servicios. Durante meses. Como que espero a ver una pila de quinientos pesos en código de barras amenazantes en la biblioteca, junto a los libros de Thomas Pynchon que jamás pude terminar, para ir una sola vez al rapipago y pagar todas de una, pagar quinientos diez pesos con cuarenta centavos, pagar con recargo siempre, sin que me importe y nunca hacer cuentas, nunca llamar a telefónica para que me quiten la línea control (el teléfono de casa no lo uso nunca), nunca llamar a fibertel para que me corten internet y me propongan una nueva promoción, veintitrés pesos por mes durante seis meses, banda ancha a pleno, pero no, nunca lo hago y aunque no pague, no sé por qué fibertel no me corta el servicio. Al final, aunque nunca lo crea, son buena gente.