26 febrero 2009

Eso de tener groupies

No digo que no esté bueno. De algún modo, saber que personas que no conozco son "seguidoras" de este block es reconfortante, sean tres o cuatro o cinco -digámoslo: el número no importa-, es halagador. Pero cada vez que abro la ventanita aparece la carita de Monzer Al Kassar justo la semana después de ser condenado por tráfico de armas, y qué se yo, da un poco de cosa. Y como todavía no sé muy bien la dinámica, a veces aparece el traficante sirio y de vez en cuando Albert Camus. No sé si me pasa sólo a mí o a todos los miles que siguen este block pero aún no se anotaron en esa nueva "herramienta" de Blogger. No me quejo de mis groupies. Para nada. Uno, como a la familia, no elige a sus groupies así que bienvenidos al paraíso.

23 febrero 2009

El extraño mundo de Jack

El sábado llegó un amigo de Perú (tiene un blog de tenis en El Comercio) a cubrir el campeonato que no sé quién ganó. Tiene un nombre medio de serie yankee: Jack Lo. Por la noche fui a buscarlo al hotel y lo llevé a un bar cercano al obelisco. Un bar de buena música, buenos tragos, en el que se pudiera bailar. Después llegó nuestro rey monocuco con su novia, una joven escritora y también el jefe narco. Saltamos en medio de la pista. Nos regalaban cerveza. Jack dijo que si sonaban cinco de sus temas preferidos se quedaba a vivir en Buenos Aires. Sonaron siete así que ahora está buscando departamento. Me fui a dormir a las cinco. Jack, el jefe narco y su amiga programadora de un reconocido lugar de rock se quedaron en medio de la pista. Yo tenía un almuerzo importante con mi soledad al que llegué tarde porque me quedé dormido. Todavía no me recupero del jet lag o de los días sin dormir. Lo peor fue que no había fumado nada aunque sí soñé que había fumado y quizás eso me afectó.

20 febrero 2009

Franz

Terminé de comer y lavé los platos, la cacerola, lavé también la bacha y el piso de la cocina, pensé en sentarme en el comedor (todo es el comedor) y seguir con la lectura de los libros para terminar el trabajo, por eso llegué hasta el baño y me lavé bien las manos con jabón, obsesivamente, sentí calor y pensé en darme una ducha y de repente veo de reojo una mancha animada que me observa desde la pared blanca, impecable, entre el enjuague bucal (Colgate Plax, con fluor) y la crema Hinds (regeneradora), entre las cajas de dentífrico vacías y el hilo dental; la mancha me observa como había imaginado que miraba todo, testigo privilegiado, en uno de los comienzos desechados de Trash. Me doy cuenta de que es una cucaracha. Ni siquiera muy grande. Una de esas cucarachas amigables que no hacen nada. Que son cobardes. Que no se enfrentan con nadie. Incluso vuelven a su madriguera a dormir porque mañana será otro día y la imagino entre cientos de otras cucarachas amigables, chiquitas, incluso simpáticas, de esas que despiertan cierto afecto y pienso en dejarla ir como algunas otras que pude ver de lejos y seguí con mis cosas, pero esta vez algo me afectó. Quizás el que estuviera cerca del jabón blanco. Quizás fuera eso. Me quité una de mis ojotas y la aplasté. Pero era tan chica que terminaba siendo inmune a mi ojota. La cucaracha empezó a correr. Cada cinco centímetros se detenía como en gesto de burla y otra vez esquivaba el ojotazo, uno, dos, tres, cuatro esquivadas y a la quinta se escondió entre los recipientes de enjuague bucal y crema Hinds; los empecé a quitar y la cucaracha como que sobraba y no me gustó que hiciera eso, es cierto que tal vez debería haberla dejado vivir, de algún modo tiene su mérito haber sobrevivido a los desastres nucleares y a la extinción enigmática de los dinosaurios y de todas esas cosas que leía cuando era chico y sacaba de las Conozca Más. Pero esta vez no podía dejarla irse a descansar con las demás. Intenté aplastarla otra vez, pero cada vez corría más rápido, tenía más reflejos y hasta escuché a lo lejos un pito catalán que me sacó de quicio, y al arremeter ya con violencia la cucaracha dio un salto y llegó hasta el resumidero para perderse en la oscuridad. Mañana voy a bautizarla: se llamará Franz.

¿Si tuviera visa sabés cómo voy, no?


19 febrero 2009

El conde

Lo llamo a Laiseca, quiero saber cómo anda.
- Con este calor no puedo pensar, flaco.
Siempre habla así. Dice flaco. Gruñe. Respira y se escucha la respiración del otro lado del teléfono. A lo lejos, un televisor encendido.
- No puedo pagar mis cuentas, flaco.
- Yo hago que se acumulen las cuentas, Alberto.
- No puedo, flaco.
Le digo que ya encontraremos alguna forma de pagarlas y lo convenzo de que me cuente cómo escribe sobre sexo.
- Eso lo puedo hacer - dice.

Jet Lag

Estoy de vuelta. Todavía no me recuperé. Estuve sin dormir un par de días y otro par de días viajando. Nunca me había pasado que la azafata de Lan Chile se acercara y me dijese: están sentados en una puerta de emergencia, ¿están en condiciones de ayudar? Asentí pero no sabía si tenía que decirle que tenía sueño y hambre y que no estaba muy muy seguro de que si alguien me pedía que lo sacara del avión en caso de caernos en el río Magdalena o en medio del Atlántico iba a estar a la altura de las circunstancias, si iba a mirar para otro lado, no se lo dije, le dije que sí con la cabeza y ya me sentía un héroe, y después nos pidió que leyéramos con atención las instrucciones para abrir la puerta de emergencia, para ubicar dónde estaban los salvavidas. No las leí. Cerré los ojos y me dormí con un disco de Bob Dylan (Blond on Blond) que encontré en el sistema de entretenimiento.

15 febrero 2009

Manes, ciclas y viaje

Uno de los diarios más vendidos de Barranquilla se llama "Al día": un diario diferente, dice el slogan. Tres títulos de tapa para que te des una idea: "Le cayeron a cuchilladas", "Lo cascaron con pico de botella", "Se mamó tronco de muñequera". Todos con fotos de rostros ensangrentados o destruidos en la camilla de un hospital. En el resumen de la semana, que se encuentra en la página tres, se muestran, día por día, los hechos de violencia en la ciudad, con sus respectivas fotos: "Dos manes en ciclas le dieron viaje", dice uno que habla de cómo dos sicarios en bicicleta asesinaron de dos balzos a un vendedor ambulante. "Una culebra le mordió el pene" o "A Jaime le sonaron por una canción". Manes, ciclas y viaje.

14 febrero 2009

La muerte

La muerte me trajo a Barranquilla. Ayer estuve en un cementerio lleno de tumbas rotas. Pereira, uno de los sepultureros me señalaba los muertos ilustres del lugar. Uno muerto por la mafia, un capo narco asesinado en la cárcel, otro asesinado también por los narcos porque era amante de la novia de un jefe. Señalaba uno a uno y me contaba por qué la gente ya no pagaba lo que tenía que pagar y por eso las tumbas estaban todas rotas y sin césped. En uno de los desfiles de carnaval más descontrolados que vi en mi vida, La Guacherna (yo estaba como invitado en la comparsa "Disfrázate como quieras") conocí a Jorge Rodríguez, un pastor evangélico que había estado en la cárcel cinco años atrás por ser mula del Cartel de Cali. Entre shots de aguardiente, me dio su teléfono porque podía presentarme a otro pastor, de nombre Rodrigo Arenas, ex terrorista y quien fuera responsable de la bomba en el Hotel Royal. Tengo amigos nuevos.

11 febrero 2009

El rey

La vida me trajo a Barranquilla. Es una ciudad industrial sin ninguna belleza, pero como me decía un cachaco (los cachacos son los de Bogotá -los que no tienen playa- y en broma se les dice a los que no saben bailar, es decir los bogotanos) es una ciudad que la única belleza que tiene es su gente. Lo que suele decirse de las ciudades que no tienen nada. Me sorprende que en época de carnaval todos están dispuestos a hablar. Anoche me fui a una casa donde ensayaban las treinta reinas de los barrios marginales. Una era más linda que la otra. Hablé durante horas con Laura, una enfermera mulata de diecinueve años que lo único que deseaba en su vida era bailar el mapalé ("es la vida", dijo), una danza africana imposible de bailar para cualquier otra persona que no se mueve así ni tenga un concepto del movimiento desde los seis meses de vida como los colombianos. Le dije que era una danza ideal por si tenías contracturas (como las mías) en la espalda porque literalmente movés cada hueso de la columna y tiene algunos rasgos de las danzas brasileñas que cualquier argentino vio en las playas de Brasil. Laura tiene un amigo en la Argentina que conoció por internet. Su amigo es stripper ("una ricura", me dijo). Mientras estábamos sentados a un costado de la casa, se acercó otra de las treinta reinas y me preguntó de dónde era. Cuando se alejó, Laura me dijo que no la soportaba porque era una envidiosa. Pensé que todas se llevaban bien, le dije y ella abrió los ojos, me dijo que eran todas envidiosas: "somos mujeres, somos reinas, no podía ser de otra manera". Después sacó una musculosa amarilla de su bolso y me dijo que debía ior a cambiarse porque ya iba a empezar el ensayo. Me quedé a verlas. Randy, el coreógrafo había armado una coreografía que acentuaba los rasgos de las danzas africanas y por eso el mapalé era fundamental. Ni bien empezaron, se cortó la luz de todo el barrio. Siguieron a oscuras. Luego Randy y un grupo de bailarines practicaron unas acrobacias. La única iluminación era la luna llena al fondo. Cuando me fui en taxi, pregunté dónde podía cenar y me indicaron una zona gastronómica. Cuando llegué encontré la camioneta de la reina del carnaval (hay reinas populares, que son reinas de los barrios más carenciados y una reina del carnaval que es una chica de la elite barranquillera y para llegar a ser reina la familia debe invertir cerca de trescientos millones de pesos colombianos, que son algo así como ciento cincuenta mil dólares. Una locura.) Mariana, la reina de este año, invirtió esa suma y, según dicen, fue el mayor espectáculo que alguna vez se haya visto en la historia de Barranquilla. 150 personas en escena y todo eso. Cuando me acerco a saludarla, primero saludo a su edecán (tiene custodia policial) de nombre Iván y me cuenta algo de la intimidad de la reina. Es una chica muy bonita que se acerca con su vestido brilloso y me saluda. Mientras habla y la miro me doy cuenta de que cualquiera de las treinta reinas populares que están en esa casa sin luz, ensayando hasta las once de la noche es mucho más linda y bailan mucho mejor que esta chica rica. Pero, según me dicen, el pueblo no querría jamás una chica popular. Quieren a una chica de piel blanca. Quieren enloquecer por esa chica de la elite que durante un año recorre el mundo siendo la imagen de este carnaval.

04 febrero 2009

Anarco dandismo

Alguna vez, Prats recomendó a un autor catalán: Kiko Amat. Aquel libro se titulaba Cosas que hacen BUM y también estaba editado por Anagrama. Acaba de publicar su nueva novela, Rompepistas, que ya salió en España y del cual leímos su primer capítulo. Hace unos días, Amat publicó en el suplemento cultural de La Vanguardia un texto sobre una revista de la cual tendré que ser inevitablemente fan, The Chap. Dice Amat: The Chap es una revista inglesa actual que pregona la “revolución del tweed” y los preceptos del anarco-dandismo. La C.A.D. (Confederacy of Anarcho-Dandysts) celebra la era del jazz, los 20’s-30’s-40’s, la caballerosidad, los trajes hermosos y los cócteles tonificantes, y lucha contra la “sosificación” de la juventud y la cultura de la “vulgaroisie”. La lectura de The Chap es ciertamente estimulante, y le hace a uno desear catapultarse hacia unas décadas que no conocían el reggaeton ni las zapatillas deportivas, y en las que se valoraba el esfuerzo, la cortesía y el calzado resistente. En las páginas de The Chap no encontrarán ni rastro de Madonna o D&G, pero sí a David Niven o Noël Coward. No les hablarán de festivales musicales o “cultura de clubs” pero sí de utensilios de afeitado adecuados o cómo colocarse un cuello de camisa separable. The Chap busca “tomar una sociedad indiferente y poco elegante” con una revolución. Naturalmente, como ellos mismos confiesan, al estar “poco preparados para el esfuerzo que exige una revuelta convencional, debemos prepararnos para una revolución basada en la languidez excesiva y el vestir pero que muy bien”. Más. Una vez, el amigo alemán de Prats, Werner, le dijo que indudablemente Prats era anarco-glam. Se refería a sus jeans gastados, a sus remeras dadas vuelta, a su rapado psycho. Sin duda: Prats es un fashion victim. Y obviamente que Prats recomendará a Kiko Amat. Todo gira, decía ¿Fito? ¿Charly? ¿Alguno de esos?