Por Haruki Murakami
Ya sea en la música o en la ficción, lo principal es el ritmo. Tu estilo tiene que tener un ritmo bueno, natural, firme, o la gente no va a seguir leyéndote. Aprendí la importancia del ritmo de la música, y especialmente del jazz. A continuación viene la melodía, que en literatura viene a ser un ordenamiento apropiado de las palabras para que vayan a la par del ritmo. Si las palabras se acomodan al ritmo de una manera suave y bella, uno no puede pedir más. Lo siguiente es la armonía; los sonidos mentales que sostienen las palabras. Luego viene la parte que más me gusta: la libre improvisación. A través de algún canal especial, la historia fluye libremente desde el interior. Todo lo que tengo que hacer es sumergirme en la corriente. Finalmente viene lo que quizá sea lo más importante de todo: esa elevación, esa emoción que uno experimenta al completar su “interpretación” y al sentir que ha alcanzado un lugar nuevo y significativo. Y si todo sale bien, uno consigue compartir esa sensación de elevación con sus lectores (su audiencia). Es una culminación maravillosa que no puede obtenerse de ninguna otra manera.
Prácticamente todo lo que sé acerca de escribir, entonces, lo aprendí de la música. Sonará paradójico, pero si yo no hubiera estado tan obsesionado con la música, podría no haberme convertido en novelista. Incluso ahora, casi treinta años después, sigo aprendiendo mucho sobre la escritura de la buena música. Mi estilo está tan profundamente influido por los riffs salvajes de Charlie Parker, digamos, como por la prosa elegantemente fluida de F. Scott Fitzgerald. Y todavía tomo la permanente autorrenovación de la música de Miles Davis como modelo literario.
Uno de mis pianistas de jazz favoritos de todos los tiempos es Thelonious Monk. Una vez, cuando alguien le preguntó cómo hacía para obtener cierto particular sonido del piano, Monk señaló el teclado y dijo: “No puede ser ninguna nota nueva. Cuando uno mira el teclado, todas las notas ya están ahí. Pero si uno quiere una nota lo suficiente, sonará diferente. Uno debe elegir las notas que realmente le importan”.
A menudo recuerdo estas palabras cuando estoy escribiendo, y pienso para mí: “Es verdad. No hay palabras nuevas. Nuestro trabajo es darles nuevos significados y tonalidades especiales a palabras absolutamente ordinarias”. Esa idea me reconforta. Significa que aún yacen delante de nosotros alcances vastos y desconocidos, territorios fértiles que tan solo esperan que los cultivemos.
Prácticamente todo lo que sé acerca de escribir, entonces, lo aprendí de la música. Sonará paradójico, pero si yo no hubiera estado tan obsesionado con la música, podría no haberme convertido en novelista. Incluso ahora, casi treinta años después, sigo aprendiendo mucho sobre la escritura de la buena música. Mi estilo está tan profundamente influido por los riffs salvajes de Charlie Parker, digamos, como por la prosa elegantemente fluida de F. Scott Fitzgerald. Y todavía tomo la permanente autorrenovación de la música de Miles Davis como modelo literario.
Uno de mis pianistas de jazz favoritos de todos los tiempos es Thelonious Monk. Una vez, cuando alguien le preguntó cómo hacía para obtener cierto particular sonido del piano, Monk señaló el teclado y dijo: “No puede ser ninguna nota nueva. Cuando uno mira el teclado, todas las notas ya están ahí. Pero si uno quiere una nota lo suficiente, sonará diferente. Uno debe elegir las notas que realmente le importan”.
A menudo recuerdo estas palabras cuando estoy escribiendo, y pienso para mí: “Es verdad. No hay palabras nuevas. Nuestro trabajo es darles nuevos significados y tonalidades especiales a palabras absolutamente ordinarias”. Esa idea me reconforta. Significa que aún yacen delante de nosotros alcances vastos y desconocidos, territorios fértiles que tan solo esperan que los cultivemos.
21 comentarios:
ah si, lo acabo de leer. Muy lindo :)
¿Me decís qué significa la u?
Me ganó de mano, Prats. Yo pensaba postiar lo mismo. Tan genial ¿no?
Se entiende por qué adoro a Murakami.
A mí también me hubiera gustado tener un bar de jazz o de rock o de lo que sea. Algún quizás pueda tenerlo. Ahora lo que me queda es escribir alguna buena novela.
Ayer lo leí en el diario y también me lo copié. Guardo recortes de Murakami como si fuera una banda de rock.
A los 29... una linda edad para hacer cosas!
Hola Julia: deberíamos armar una banda con el nombre de Haruki o algo así.
Pero es q eso ya lo tenemos pensado con Naoko, y la banda se llamará Las Midoris (con un par de amigas más). Ya sé q suena a Doris, pero ese no es el caso. Vamos a anunciarnos, subiremos al escenario con nuestros instrumentos (yo solamente me sentaré a la banqueta de la bata) y no haremos nada. Nada, ni un solo acorde, ni una sola nota, silencio. En cambio sí subirá alguien que sí sabrá tocar y nosotras, Midoris, seguiremos ahí. Tal vez leamos algo, tal vez solo hablemos entre nosotras, tomemos cerveza o quien sabe... Sé que apareceremos en los medios (gráficos al menos, en los nuestros y en los de nuestros amigos periodistas). Delirios, Prats. Pero no nos robe la idea.
ayyy que locaaa, que locooos tooodooossss,
Aguante V8, sordos!
A lugar, Pity.
Quiero decir: a su lugar, Pity. Vuelva al pozo.
Murakami me incita a la levitación
María
Es cierto, María. ¿La conozco?
Mmm... Creo que me conoce,tal vez de vista. Quiero decir, alguna vez nos cruzamos. Siempre y cuando usted sea quien yo creo que es (bonito trabalenguas)... Y tengo dudas al respecto. Usted sabe, la gente comenta pero...
María
La gente comenta mucho, es cierto.
murakami es re gay. plagiador de sábato.
¿Y si es gay, qué problema hay? Anónimo, fuera. Nos aburrís a todos. Ahí tenés mi mail por cualquier cosa que necesites, pero no interrumpas.
¿ y cuando los ritmos en forma de gustos se expanden? como coordinas una linea narratiba cuando en tu cabeza anidan varios estilos diferentes?
muy bueno todo.
está buenísimo lo que dice murakami. descontractura y es necesario.
noooooooooooooooooo, ese murakami no será el autor de norwegian wood? es mas blandito que masticar un sorete. lo dejé por la mitad habiéndome gastado como 60 pesetas.
una mariconada lo que dice y una soberana cagada lo que escribe. una sarta de pelotudeces para adolescentes paspados en la colita
lo dicho: es re gay.
Larga vida a Murakami-sama!
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