13 enero 2009

El bosque

Estoy en el bosque. Solo. No hablo con nadie. Alrededor, dos mesas de ajedrez. En la primera, un hombre le enseña a jugar a su pareja. A mover las piezas. La chica no entiende. La chica mueve las piezas mal. El hombre se ríe. El wi fi anda en ralenti y escribo sin parar, catorce días sin escribir a máquina denotan la ansiedad por mover los dedos, por decir algo, cualquier cosa, y las letras, dos minutos después, aparecen. Estoy junto a una ventana que da a la calle. Más allá, una gorda en traje de baño, junto a la puerta de la pileta, llama a su hijo Ramiro. Ramiro emite gritos. No habla. Tiene tres años pero no habla. Mueve las manos. Con una madre así yo tampoco hablaría. Las hijas son idénticas a la madre. Insoportables. El padre hace fuego para tirar unas hamburguesas en la parrilla. Cierro el diario, el libro que estoy leyendo y miro en el paquete de cigarrillos el canuto preparado para esta noche. Quizás me pierda en el bar del bosque, en el que, según dicen, tocó Botafogo, cantó Calamaro, tocaron Las Pelotas con un Sokol que todavía no había muerto. Anoche en el bosque no había nadie. No había luz.
Ahora Esteban, el encargado del hotel, el pibe que está siempre con una sonrisa de empleado del mes, dice mi nombre. Dice el nombre de todos los huéspedes del hotel como si fuera un ejercicio de ingenio. Me mira. Sonrisa. Dice mi nombre. Le pido la llave de la habitación y me pregunta si todo anda bien. Asiento. Subo las escaleras, miro la hora, me desvisto y me acuesto en la cama. Está nublado. El ventilador hace ruido y me quedo mirando la monotonía de sus astas. Hay pulgas. Arena. La cortina es celeste y se mueve. No hay aire. Giro la cabeza y enciendo la luz. Son las doce. Me preparo para ir al bosque. Perderme desnudo en medio de los árboles. Junto al mar. Había soñado esta escena en alguna de estas catorce noches. Intento subir un médano y al hacerlo siento que alguien me sigue. Ramiro grita y mueve las manos. Empiezo a correr. Me persigue hasta la orilla. No habla y se mete al agua. Se mete hasta el fondo. Hasta donde no llego a ver.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

genial!

Anónimo dijo...

Que oscurito. Cuándo vuelve Prats?

ERLAN dijo...

Vuelvo al bosque
estoy contento de verdad
la la lalalala...
Ya estoy, chicas.