29 julio 2007

jazz fiction

Ya sea en la música o en la ficción, lo principal es el ritmo. Tu estilo tiene que tener un ritmo bueno, natural, firme, o la gente no va a seguir leyéndote. Aprendí la importancia del ritmo de la música, y especialmente del jazz. A continuación viene la melodía, que en literatura viene a ser un ordenamiento apropiado de las palabras para que vayan a la par del ritmo. Si las palabras se acomodan al ritmo de una manera suave y bella, uno no puede pedir más. Lo siguiente es la armonía; los sonidos mentales que sostienen las palabras. Luego viene la parte que más me gusta: la libre improvisación. A través de algún canal especial, la historia fluye libremente desde el interior. Todo lo que tengo que hacer es sumergirme en la corriente. Finalmente viene lo que quizá sea lo más importante de todo: esa elevación, esa emoción que uno experimenta al completar su “interpretación” y al sentir que ha alcanzado un lugar nuevo y significativo. Y si todo sale bien, uno consigue compartir esa sensación de elevación con sus lectores (su audiencia). Es una culminación maravillosa que no puede obtenerse de ninguna otra manera.
Prácticamente todo lo que sé acerca de escribir, entonces, lo aprendí de la música. Sonará paradójico, pero si yo no hubiera estado tan obsesionado con la música, podría no haberme convertido en novelista. Incluso ahora, casi treinta años después, sigo aprendiendo mucho sobre la escritura de la buena música. Mi estilo está tan profundamente influido por los riffs salvajes de Charlie Parker, digamos, como por la prosa elegantemente fluida de F. Scott Fitzgerald. Y todavía tomo la permanente autorrenovación de la música de Miles Davis como modelo literario.
Uno de mis pianistas de jazz favoritos de todos los tiempos es Thelonious Monk. Una vez, cuando alguien le preguntó cómo hacía para obtener cierto particular sonido del piano, Monk señaló el teclado y dijo: “No puede ser ninguna nota nueva. Cuando uno mira el teclado, todas las notas ya están ahí. Pero si uno quiere una nota lo suficiente, sonará diferente. Uno debe elegir las notas que realmente le importan”.
A menudo recuerdo estas palabras cuando estoy escribiendo, y pienso para mí: “Es verdad. No hay palabras nuevas. Nuestro trabajo es darles nuevos significados y tonalidades especiales a palabras absolutamente ordinarias”. Esa idea me reconforta. Significa que aún yacen delante de nosotros alcances vastos y desconocidos, territorios fértiles que tan solo esperan que los cultivemos.

27 julio 2007

A ver

Ya sé qué fue lo que comenté hace instantes en el post de "Prats escucha", pero es que hay que cosas que me sacan. Enciendo el televisor y veo una entrevista que le hacen a Maradona (este post creo que se lo dedico a Funes, que siempre me dice que sólo posteo de música, y además me gusta sorprender). Habla de la selección, de los problemas, de que Grondona le ofreció dirigirla ya en Alemania. Y Gastón Recondo que dice: "pero Diego, todos percibimos que la selección, en algún momento, va a ser tuya". ¿Qué? ¿Quién percibe? ¿Qué ganó Maradona como técnico? Dirigió a Mandiyú, a Racing, y creo que fueron de las peores campañas de los equipos. ¿A quién dirigió Maradona? ¿Qué garantías tenemos de que Maradona puede dirigir a la selección y hacerla jugar bien? Ninguna. Maradona puede ser el mejor jugador de toda la historia, pero como técnico no ganó nada. No demostró nada.

22 julio 2007

Ravonne

La primera vez que escuché de él, estaba sentado a una mesa octogonal, con otra gente que apenas conocía. Escuché algunas de sus historias. Escuché alguno de sus delirios. En algún post más abajo Houellebecq comenta que hubiera sido bueno tomar todo lo que consumió Hunter S. Thompson. Creo que Ravonne llegó a ese estado. Y todavía estamos a tiempo. El miércoles 25, Ravonne comienza otra vida en Casa Brandon, a eso de las 20.
Espero llegar.

19 julio 2007

Hunter

Hunter S. Thompson cumpliría hoy 70 años. Y ayer soñé con él, con su libro Mescalito, que está acostado en mi escritorio y todavía no puedo saber si fue un sueño o una alucinación o qué, pero el libro anoche comenzó a iluminarse, a levitar. Enseguida me incorporé, intenté encender la luz pero no había luz y entonces vi a Morrison, junto al libro, que se quitaba una de sus espinas y se inyectaba no-sé-qué en el brazo. (¿los cactus tienen brazos?) Le pregunté qué hacía y respondió que festejaba.

16 julio 2007

¿Experimento?

Me junto a cenar con una joven escritora que vive en España. Estoy obsesionado (y ella también) con definir los grados de inmadurez de las personas. Quién es o deja de serlo y cuándo. Ella me dice que tener un blog es de inmaduro. Me ofendo. Intento explicarle que no, que el blog es un experimento de comunicación.
Ella me mira con ojos de no-te-creo-nada y dice:
- Es una masturbación intelectual.
Me río. Le digo que esa frase la voy a postear al día siguiente.

07 julio 2007

La revolución entendida

"Aparte de los períodos revolucionarios, en que las masas se convierten en poetas en acción -escribieron los situacionistas en 1963-, puede que los únicos lugares en donde subsiste la totalidad de la revolución sean algunos pequeños círculos de aventura poética: la revolución entendida como una posibilidad no realizada pero obsesiva, igual que la sombra de una persona desaparecida." Quería decir que el impulso de cambiar el mundo se abre camino hacia exigencias absolutas o es mudo, que cuando el impulso encuentra su voz es oído como poesía o no se oye en absoluto. En 1950, en mitad de un presente gélido --la malaise de demi-siècle, lo llamaban los sociólogos-, Gil J. Wolman, de veinte años, y los adolescentes Guy-Ernest Debord, Michèle Bernstein e IvanChtcheglov respondieron instintivamente a la invasión de Notre Dame y a las blasfemias de Michel Mourre y Serge Berna como un estallido de esa aventura poética.
Pero hay que explicar qué fue esa invasión.
La invasión a Notre Dame
A las once de la mañana del 9 de abril de 1950, cuatro jóvenes -uno de ellos vestido de pies a cabeza de monje dominico- entraron a Notre Dame de París. Era en plena misa de Pascua; en la catedral había diez mil personas procedentes de todo el mundo. El falso dominico, como lo denominó la prensa -Michel Mourre, de veintidós años- aprovechó una pausa que siguió al rezo del credo y subió al altar. Comenzó a leer un sermón escrito por uno de los conspiradores, Serge Berna, de veinticinco años.
"Hoy día de Pascua del Año Santo, aquí, en la insigne iglesia de Notre Dame de París acuso a la Iglesia Católica universal de haber desviado letalmente nuestra fuerza vital hacia un cielo vacío. Acuso a la Iglesia Católica de Estafa. Acuso a la Iglesia Católica de infectar el mundo con su moralidad fúnebre, de ser la llaga que se extiende en el cuerpo descompuesto de Occidente".
Para los situacionistas,
no era poesía al servicio de la revolución, como rezaba el viejo eslogan surrealista, sino que ellos lo daban vuelta: Revolución al servicio de la poesía. La inversión procedía del convencimiento de que la revolución quería decir realizar poesía, y que realizar la poesía significa nada menos que crear situaciones y sus lenguajes.
Bienvenidos al show.
+ data:
Marcus, Greil. Rastros de carmín (1989)
Jappe, Anselm. Guy Debord (1993)
Goffman, Ken. La contracultura a través de los tiempos (2004)