16 agosto 2007

Grandes palabras

Me acuerdo de un desayuno que tuve en Buenos Aires con Joaquín Sabina, hace ya unos meses, en el que hablábamos de su arte y él interrumpió para decir: "mi oficio". Así lo explicaba: "Es que la palabra arte o la palabra poesía se escriben tan con mayúsculas, están tan contaminadas de una especie de beata devoción en la gente, que a mí me da mucho pudor, me da mucha vergüenza. Yo creo que soy un artesano, en el mejor sentido de la palabra. Un artesano que hace una hermosa silla, un artesano que hace una silla bien hecha, poniendo el alma en ella. Y ese es el modo como yo creo que se debe hacer una canción. Y no pongo de ejemplo a la silla de casualidad, porque una canción debe ser un sitio donde uno tiene que sentarse a descansar, o a dormir, o a soñar con lo que sea. Le temo mucho a las grandes palabras: artista, poeta. Componer es un oficio, hay mucha gente que puede escribir o cantar mejor que uno, pero que tiene otro trabajo y no tiene tiempo para dedicarse. Yo creo que soy una especie de medium. Los que cantamos o componemos tenemos la suerte de dedicarle tiempo a este trabajo, a contar lo que esa gente no puede contar".
(para + recomiendo el libro Sabina en carne viva, una extensa entrevista que Javier Menéndez Flores le hizo a Joaquín en cinco largas noches de whisky.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

El problema de las grandes palabras es que generan grandes espectativas... y uno no siempre esta dispuesto o tiene la fuerza de cumplirlas... en cambio si usa palabras mas "suaves" como artesano... tiene menos presion frente a las necesidades creadas del otro lado de la pared craneana (??)

ERLAN dijo...

Puede ser. También creo que uno debe ser un artesano y los demás que lo consideren un artista, si es que se lo merece.

Anónimo dijo...

buenisimo esto q posteaste, y lo de arriba también ;)

Anónimo dijo...

Yo le dije al carpintero: usted es un artista. El carpintero me replicó que no, que lo suyo era como construir sillas, en el caso de cuando construía efectivamente sillas, pero, claro, de una manera metafórica; y que, incidentalmente, le gustaba cantar, pero que en eso no podía considerarse ni un artesano, porque sólo sabía cuatro acordes, que de todas maneras es justo la cantidad de acordes que debe tener una silla para sostenerse, si se la produce con el justo arte, ay.
anyway, ¿para que desayunaba con sabina en primer lugar, prats? ¿y por qué diantres le dió pie con eso de “su arte”?

Serrat&Sabina dijo...

No te los pierdas!

Anónimo dijo...

ufff artesanos, artistas, poetas. discusión residual, caduca. ¿artesanos? cómo les gusta a los modestos telúricos utilizar esa palabrita.

Anónimo dijo...

Considero que la declaración de Sabina es heideggeriana. Me gusta lo que dijo, aunque su poesía no me atraiga.
María

ERLAN dijo...

¿Por qué desayunaba con Sabina? Me gusta desayunar con gente interesante, si no, me aburro.

Voy Por Más dijo...

Sabina es uno de los pocos lúcidos que quedan, gracias por la anécdota... Besos