13 marzo 2007

Procesos

Me invita a su casa. Pablo Ramos vive (todavía) en La Paternal. La idea es hablar un rato de literatura, de Arsenal de Sarandí, de la vida. Primero lo veo por la ventana, está de pie frente a su computadora. Me reconoce y abre la puerta de calle. Dice que deje el bolso y que lo acompañe a comprar unas galletas. En el almacén pide fiado, también pide unas naranjas y mientras habla con la chica que atiende, me dice que le encanta el barrio, donde todavía confían en la palabra de uno. Ponemos el agua para el mate y me muestra la casa, un patio donde hay una bolsa de boxeo, una mini batería del hijo más chico y una camilla con pesas. Hace diez años que pudo comprarla. Recuerda las veces que, ya casi a los treinta años, dormía en la calle y no podía dejar de "delirar". Me cuenta una historia que podría ser otra novela (todas sus novelas, todas las historias que se cuentan no pueden ser otra cosa mas que historias de la vida de uno mismo, dice) sobre cómo empezó a trabajar como electricista (o lo que fuera) y conoció al que instalaría los supermercados Disco durante la década menemista. Pablo pensaba en no delirarla más. Pero la deliró. Pudo comprar esa casa, otra para sus hijos. Y vivir. Hoy se dedica a la literatura. Todo el día. Piensa. Escribe. Piensa. En una pequeña sala de la casa tiene un cementerio. Así lo llama. Máquinas de escribir rotas, tiradas por el piso. Dice que le gusta el sonido de las teclas mientras escribe, le gusta el olor a la tinta recién sellada en el papel, y tener que corregir con Liquid Paper. Y luego pasar a computadora esos "manuscritos". Dice que la computadora es un peligro. Demasiado silenciosa, dice, demasiado prolija, dice, demasiado parecida a la edición del libro. Y al texto, para corregirlo, hay que faltarle el respeto. Corregir es destruir el texto.

14 comentarios:

Julia dijo...

Lo quiero conocer.
No a Ud, sino a Ramos.
Besos.

ERLAN dijo...

¿A mí no?

Vir dijo...

Me gustan los libros de Ramos. Hola, Prats. El festival (las pocas pelis que pude ver), deplorable. Lindísimo su post.

Julia dijo...

A Ud también, Prats.

Julia dijo...

Pero me da miedo desilusionarme... Mejor dejemos todo así en la fantasía.

ERLAN dijo...

Julia, Julia: ¿realmente cree que podría desilusionarse?
Gracias, Ex. Me alegra tenerla otra vez en Capital, y en el blog. Y bueno, en los festivales puede pasar de todo.

Nurit dijo...

Que buen final! Y ahora que está por salir mi libro, no podría estar más de acuerdo.

Nurit dijo...

Que buen final! Y ahora que está por salir mi libro, no podría estar más de acuerdo.

Julia dijo...

No no no no. Me da miedo ILUSIONARME, en realidad. ¿Y después qué? Ya soy su groupie, de eso al enamoramiento, hay un solo paso. ¿No le parece?

ERLAN dijo...

Hola Nucífera. Esperamos leer su libro. ¿Lo publica a través de su editorial?
Julia: ilusión, enamoramiento, desilusión, recuerdo, sisí emperatriz, groupimiento, delirio, enloquecimiento, tranquilidad, recuerdo, enloquecimiento enamorado, estadía en el Moyano. El ciclo de la vida.

Anónimo dijo...

ser una groupie es engrupirse!!!

Unknown dijo...

Hacía rato que no me sentía tan bien leyendo un libro. Y El Origen de la Tristeza me pareció una de las genialidades más grandes... qué casualidad, Prats, ayer lo terminé.
Ojalá algún día pueda conocerlo... admirable que alguien use todavía máquinas de escribir. Bah, pensé que era el único.

ERLAN dijo...

Funes, querido: realmente "El origen de la tristeza" es un muy buen libro. Y si no leyó los cuentos de "Cuando lo peor haya pasado", se los recomiendo. El de las máquinas es un dato interesante. Usted debería conocerlo. Incluso debería organizar alguna de sus lecturas en el bar de Ramos: mataron a kenny.
pd. ¿Me incluyó en alguno más de sus libros?

Anónimo dijo...

Prats, estoy totalmente de acuerdo con esta frase, despues contarè porquè.
¨en los festivales puede pasar de todo¨