03 octubre 2006

Dice: Emilio García Wehbi


La belleza obscena
Hay un concepto de lo obsceno que está cerca de Bataille y donde lo oscuro del principio y lo oscuro del fin, se tocan. El principio y fin de la vida. La pulsión entre eros y tánatos. La lucha a muerte que se da en nuestra vida, en el arte siempre es oscura. Y para mí es fundamental que el criterio de lo obsceno aparezca en todas mis obras. Cuando digo obsceno no me refiero a lo pornográfico sino a lo que está fuera de escena, que no debería ser visto. Primero porque el terreno del arte permite transitar lo que en lo socialmente correcto no podría hacerse fuera de un terreno artístico. Por un lado en esta idea de lo obsceno se da una lucha entre la vida y la muerte, del placer y el dolor, que es una lucha descarnada y que de verdad produce tensiones que son interesantes para la escena o para el arte en general. Esta oscuridad que aparece en mis obras me parece que tiene que ver con esto: con una idea de pulsión, de pelea, de vida y de muerte. Y en este sentido no estoy de acuerdo cuando se dice que mis obras son oscuras. Yo creo que son luminosas. Son vitales. Es una lucha de la oscuridad con la luz. Como en el programa de los claroscuristas del Renacimiento o de los pintores flamencos. Allí existe la tensión entre la luz y la oscuridad. Que, a priori puede decirse: qué oscuridad tremenda hay en esta pintura, pero luego registrás la tensión. El pulso vital y al mismo tiempo el otro pulso, el pulso final. Y esto es lo que me interesa de lo obsceno, de lo oscuro, de lo violento.

La crítica al ser humano
En mis obras hay algo de lo que Müller llamaba “utopía negativa”. La intención es trabajar de forma especular, siendo quien trata de organizar un espejo para quien vea se vea reflejado. Y en este sentido se da la crítica social. Cuando claramente intento romper la cuarta pared, comunicarme directamente con el público y buscar siempre nuevas formas de vínculo entre obra y espectador. Evidentemente hay algo para decirle al público y y es: “mirémonos”. No hay ninguna idea de bajada de línea, ninguna obra suprema que le enseñe al público. Sino que quiero romper la barrera para establecer una dialéctica. Esto monstruoso que se generó, esta obra, es parte del alma de los que estamos sentados. Y éste es el sentido de esta comunicación constante del público y del sentido de hablarle sobre el aquí y el ahora, o a veces tematizar sobre política o tematizar sobre cosas que rayan en lo indecoroso o en lo obsceno, básicamente por esto: buscar nuevas formas de comunicación para hablar casi siempre del mismo problema.