28 febrero 2008

Escritura automática

Estuve sin escribir porque me quemé el dedo. No es grave, sólo me hago la víctima. También estuve con demasiado trabajo. Demasiadas reuniones: todas esas cosas insoportables que uno tiene que resolver cuando está alienado. Hoy no quiero salir de mi casa pero es inevitable. No sé si con piloto o camperita de lluvia. Quizás busque un pilotín amarillo y salga a caminar entre los autos por los semáforos. O ande en bicicleta, pero no tengo bicicleta. Tenía una en la casa de mis tías, en Santiago del Estero. En el garage de la casa de mis tías. Siempre que voy en los veranos, la veo. Si esa bicicleta hablara. La usé entre los seis y los ocho años. Nunca más. En esa época escuchaba Los Parchis, que se formaron el año en que yo nací así que nacieron conmigo. Ahora escucho tantas otras cosas y por eso todo el tiempo pienso en la Literatura Rock. ¿Existirá? Siempre lo hablamos con Leonardo Oyola (autor de Chamamé), que ayer me llamó y me dijo que en quince días se va a un festival de literatura en Ibiza, de novela negra. Se tatuó el nombre de otra novela y ya la terminó: Gólgota (para vos, Guns and Roses, mirá), que también se editará en España. Sudamenricana le publicará en la Argentina su primera novela y después Chamamé. Me contó que en estos días escribe en la casa de Pablo Ramos. Un día tengo que ir a visitarlos. Debe ser genial verlos trabajar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Era "pajaritos a volar" o "pajaritos a bailar", Prats?

Anónima, alguna vez "encriptada".

ERLAN dijo...

¿No eran las dos frases?
Un clásico de mi infancia.

esto pasó