06 mayo 2007

Me piden que escriba

El séptimo día
Luego de las funciones de cada noche, de regreso al hotel, los chicos del grupo Filhos da Mãe… Terra (perteneciente al Movimiento Sin Tierra -MST-) interpretan una canción popular que dice: “Pé de cana é caneta/ Pé de bucha é buchecha/ No forró da Tiririca/ Pimenta, pipoca, pitanga e pita”. Uno a uno, cada pasajero de la camioneta debe cantar la última parte (una especie de trabalenguas) sin equivocarse. Si lo logra, se lo aplaude y se canta que aprendió la rima. Si no puede, estallan las carcajadas. Yo no pude.
En estos siete días, cada uno de los participantes a la II Muestra latinoamericana de teatro de grupo tuvo la oportunidad de conocer a diferentes personas, contextos y experiencias; analizar diversas formas de trabajo y reflexionar sobre una interesante variedad de estéticas. Pudo cuestionar la realidad en la que estamos inmersos, comprender los procesos de trabajo y discutir sobre economía, política o compromiso social en los pasillos del Centro Cultural San Pablo, mientras la espuma de la cerveza llega hasta el borde del copo. Fueron días de convivencia.
También fuimos testigos de la claridad de los conceptos de Raquel Carrió y Flora Lauten, dramaturga y directora, respectivamente, del Teatro Buendía de Cuba. Entendimos la importancia de la construcción del espacio físico de la compañía; que la cultura no sólo está inscripta en los libros sino también en los cuerpos, el alma y la memoria; que para no envejecer artísticamente debe trabajarse sobre la dificultad y el riesgo; que la libertad se conquista a través del rigor y el compromiso con que uno se enfrenta con su trabajo; que el teatro se hace por una necesidad interna de comunicación, una conexión esencial con gente que tiene nuestra misma soledad.
Escuchamos asombrados la contundencia de las ideas de Reinaldo Maia. Aceptamos nuestra ignorancia con respecto al teatro latinoamericano y comprendimos que no sólo en la Argentina existe ese molesto snobismo ante todo lo que provenga de Europa o Estados Unidos. Es cierto: para crecer sólo podemos partir de una autocrítica feroz. El dramaturgo mexicano Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio (LEGOM) decía: “No hay mejor denuncia que el hecho de representar al hombre y sus contradicciones, y ponerlo en el aquí y ahora de la escena”. De eso se trata.
“El actor es un activista político”, se escuchaba en la demostración de trabajo de la Tribo de Atuadores Ói Nóis Aqui Traveiz. Y tanto los integrantes del Teatro Gayumba de República Dominicana como los del Teatro Sanitario de Operaciones de Argentina permanecían atentos. Tres estéticas: el teatro callejero bañado de compromiso social del grupo brasileño (y la enseñanza de que ellos actúan como si fuera la última vez que pueden comunicar algo a los demás), el despojo por opción de los dominicanos y el exceso visual de los argentinos. Todos se enriquecían.Quizás más que un simple encuentro de teatro, este acontecimiento haya sido un laboratorio de sociabilidad, una usina de conciencia dispuesta a lograr una verdadera integración, un diálogo real entre los países y sus artistas. Pero (y esto es lo más importante) también fue un diálogo entre personas. Recuerdo la primera noche, luego de la función de la pieza “Posseiros e fazendeiros” de los chicos del MST, cuando una persona del público preguntó si el grupo pensaba trabajar sobre la cuestión técnica de la actuación y la puesta en escena. Los chicos dejaron bien en claro su posición: “Este trabajo no tiene una lógica de espectáculo sino que cumple un función política.” Fue un diálogo respetuoso y a la vez una toma de posición.
(Publicado en el Journal Latino-Americano, perteneciente a la II Mostra Latinoamericana de Teatro de Grupo de San Pablo, Brasil)

5 comentarios:

cecilia dijo...

Cuando yo iba a la colonia de verano, en mi niñez, cantábamos eso. ¡A mi me salía! Pero no recuerdo haber recibido ningún premio por ello...
saludos Prats, traiga alfajores si está de viaje (?)


pd: el silencio está empezando a murmurar, en breve estará gritando de nuevo.

ERLAN dijo...

Quien quiera oír, que oiga el silencio, Naoko. Gracias por avisar. Beso.

Julia dijo...

Ese versito lo decía en el club hará unos... 18 años. Vamos, Prats, habría tomado mucha cerveja que no pudo decirlo..

ERLAN dijo...

Se lo juro. No pude. Yo cantaba María Zuzena su choza techaba o algo así.

Anónimo dijo...

Muy interesante el pensamiento de Raquel Carrió y Flora Lauten. La nota me recuerda mucho a las denuncias sociales de las murgas uruguayas cuando suben al teatro de verano frente a miles de personas.