El viernes pasado hablaba con los Buenos Muchachos de Scorsese en la presentación de este libro y nos sorprendíamos de los blogs que se cierran. Acabo de hacer un recorrido por varios (y otro y me cansé de buscar más, pero había) y casi todos tienen algún post que dice cerrado por reformas, que están hartos, que no quieren escribir más. Sabíamos. ¿A quién no le pasa que odia cada una de las palabras que escribió? Pero lo interesante es que la mayoría volvieron con nuevas ideas (o al menos nuevos post, que es lo único que se le pide --¿exige?--). El blog, pienso, es otro del club de los bipolares (Yo, presidente) que se aburre y da vueltas, y mira para otro lado y se va a tomar un café en algún bar perdido de Monserrat. Eso somos. Hace unos meses (fin del año pasado) el escritor mexicano Heriberto Yepez respondía a estas preguntas:
¿Cuánto puede durar la utopía blog? O peor: ¿existe la utopía blog? Explico: cada nuevo avance, cada novedad tecnológica (en los comienzos de Internet, la utopía de las Zonas Temporalmente Autónomas era un slogan tan simpático, tan embriagador, que más de uno podía sumarse a ese nuevo mundo, pero en dos minutos, ese paraíso artificial caía en manos de alguien que te vendía un producto.
Los noventas dejaron su marca en Internet: Internet es una utopía que se cae cada cinco minutos. Pero la caída de la utopía no evita, por otra parte, que cada cinco minutos alguien más realice download de tal utopía. Y cuando aparezca una nueva tecnología de escritura, el blog tendrá la misma suerte que el chat y luego el messenger: se sumarán a los tecnologías de escupitajo. Junto al libro, por supuesto; principalmente, él. El padre del blog fue el email, donde millones de personas redescubrieron el flujo del texto, el poder de la palabra escrita, la libertad de soltarse, lo maquiavélico de tener Lector. Pero el blog, siento decirlo, se parece cada vez más a su abuelo.
Los noventas dejaron su marca en Internet: Internet es una utopía que se cae cada cinco minutos. Pero la caída de la utopía no evita, por otra parte, que cada cinco minutos alguien más realice download de tal utopía. Y cuando aparezca una nueva tecnología de escritura, el blog tendrá la misma suerte que el chat y luego el messenger: se sumarán a los tecnologías de escupitajo. Junto al libro, por supuesto; principalmente, él. El padre del blog fue el email, donde millones de personas redescubrieron el flujo del texto, el poder de la palabra escrita, la libertad de soltarse, lo maquiavélico de tener Lector. Pero el blog, siento decirlo, se parece cada vez más a su abuelo.
Indudablemente, cada tecnología de edición ha trastornado la relación entre autor y receptor. ¿De qué manera y con qué características crees que se trastorna la relación con esta tecnología?
En la literatura electrónica rige la rapidez. Y, por ende, el desecho crece. Los autores se vuelven objetos de consumo, fast food de la mente. Pero, no lo olvidemos, oh hipopótamo lector, tú también te vuelves comida rápida. En Internet, todos resultan desechables. Hecha de exceso de texto e imágenes, la Red es el basurero más grande. En todo tiradero muy poco se recicla. La tecnología electrónica evidencia la mortalidad del texto y sus oficiantes. Todos tendremos muerte rápida.
En la literatura electrónica rige la rapidez. Y, por ende, el desecho crece. Los autores se vuelven objetos de consumo, fast food de la mente. Pero, no lo olvidemos, oh hipopótamo lector, tú también te vuelves comida rápida. En Internet, todos resultan desechables. Hecha de exceso de texto e imágenes, la Red es el basurero más grande. En todo tiradero muy poco se recicla. La tecnología electrónica evidencia la mortalidad del texto y sus oficiantes. Todos tendremos muerte rápida.
¿Estás de acuerdo con aquello que se dice que con los blogs "la buena noticia es que ahora todos pueden publicar pero que la mala es que todos pueden publicar"?
Te seré franco: la mayoría de lo que publican las editoriales y revistas me parece una absoluta mierda, la mayoría apesta. Debido a mi incurable optimismo, me mantengo atento a las novedades bibliográficas norteamericanas y latinoamericanas, principalmente y, oh dioses mayas, los humanos no mejoramos. (Ni siquiera por no ser europeos). Mido a la escritura por su grado de tensión. Un buen texto me produce el temor de que si intento abrir un milímetro el espacio entre una palabra y otra, me va a estallar en la cara. En un buen texto, no hay que tocar ninguna zanja. Campo minado, hermano. Y la mayoría de los libros y textos impresos son gelatina asoleada.
Te seré franco: la mayoría de lo que publican las editoriales y revistas me parece una absoluta mierda, la mayoría apesta. Debido a mi incurable optimismo, me mantengo atento a las novedades bibliográficas norteamericanas y latinoamericanas, principalmente y, oh dioses mayas, los humanos no mejoramos. (Ni siquiera por no ser europeos). Mido a la escritura por su grado de tensión. Un buen texto me produce el temor de que si intento abrir un milímetro el espacio entre una palabra y otra, me va a estallar en la cara. En un buen texto, no hay que tocar ninguna zanja. Campo minado, hermano. Y la mayoría de los libros y textos impresos son gelatina asoleada.
(c) ysimenieganelblog
6 comentarios:
¿Actuamos como mafiosos, Prats? ¿Lo amedrentamos? Es que nos dio miedo. Lo vimos ahí parado, mirando de reojo, y nos hizo acordar a Cho Seung-Hui. Pensamos que debajo de su gabardina de cazador de ciervos llevaba una escopeta recortada, o un obús de parapeto con mira infrarroja.
Ojo al piojo...
La tenía, pero en un momento me dije que era innecesario. Gracias por la hospitalidad.
A mi esos me hacen pagarles coimas por hacerme llamar polcapillas ya que dicen que es un afano derivado de apostillas. Si no pago antes del 5 de cada mes me pegan con una Remington en los nudillos de la mano izquierda.
Ojo al piojo Prats!
Polcap, ahora tiene que pagarme a mi los derechos de autor. Ojo al piojo era mío.
Me lees????, si las respuesta es SI, entonces misión cumplida con mi blog. Beso!
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