Anoche fui a comer con Los Peyotes -ellos pizza y yo un lomito-, la banda de garage, psicodelia y bizarrez que alguna vez estuvo en mi programa de radio. Se acordaban del programa, que estaba bueno el lugar. Les conté que perdimos el espacio porque vino Palmer, el dueño de Ku, y puso toda la guita para quitarnos el espacio y convertir esos sábados en electrónicos. Del indie a la electrónica. Le querían poner onda y no tenían idea. Después los acompañé al show que darían a las doce en el Salón Pueyrredón. Tocaron a la una. Los temas clásicos (si saben que soy negro no me pidan color; el humo te hace mal), los ahhhh, los gritos de aguante la cumbia y el delirio de cinco flacos que no la pasan mal. Ni ellos pueden creer que ahora los inviten a Rotterdam para participar del Primitive, el festival más importante de música garage, y después aprovecharán para irse de gira, durante un mes, por Berlín.
Siguiendo con la cumbia, hoy sábado me fui al Rojas porque cerraba la muestra Tropicalísima. Y tocaba El Fantasma. Lo saludé al Fantasma y me preguntó qué leía. Le dije que Dios es redondos un libro de crónicas de fútbol del mejor escritor latinoamericano: Juan Villoro. Lo tenía en la mano y se lo mostré. Quedó chocho. Le dije dónde se lo conseguía (ahí, en la misma cuadra) por diez pesos. También lo conocí a Cristian Alarcón, que hace tiempo venimos intercambiando mails. Admiración mutua. Por ahí andaba Julio Arrieta, protagonista de Estrellas y Roberto Jacoby, el curador en las sombras de todo esto, que agitaba sin parar. Mi amigo Max estaba contento. Armó un poco de ruido, que es lo que le gusta hacer. Además se vio a la gente con la manito arriba, moviendo la cadera, gritando ¡cumbia de la buena!
Siguiendo con la cumbia, hoy sábado me fui al Rojas porque cerraba la muestra Tropicalísima. Y tocaba El Fantasma. Lo saludé al Fantasma y me preguntó qué leía. Le dije que Dios es redondos un libro de crónicas de fútbol del mejor escritor latinoamericano: Juan Villoro. Lo tenía en la mano y se lo mostré. Quedó chocho. Le dije dónde se lo conseguía (ahí, en la misma cuadra) por diez pesos. También lo conocí a Cristian Alarcón, que hace tiempo venimos intercambiando mails. Admiración mutua. Por ahí andaba Julio Arrieta, protagonista de Estrellas y Roberto Jacoby, el curador en las sombras de todo esto, que agitaba sin parar. Mi amigo Max estaba contento. Armó un poco de ruido, que es lo que le gusta hacer. Además se vio a la gente con la manito arriba, moviendo la cadera, gritando ¡cumbia de la buena!
2 comentarios:
Prats, la librería está ubicada en la misma cuadra del Rojas?
Gracias!
Beso!
Exacto, casi en la esquina de Ayacucho.
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