Anoche no dormí. Hasta las cinco y media llené canastos, rompí papeles sueltos de la novela, de cuentos viejos y corregidos, de gacetillas interminables, de tesis universitarias de amigas que me las dieron para corregir. Lo peor no fue eso sino que lo hice sin música, muerto de frío, comiendo las últimas galletitas gold mundo que me quedaban. A las seis me acosté como estaba y a las seis y media me desperté y seguí preparando todo para la mudanza. A las siete y media llegó a la puerta de Talcahuano y Santa Fe un elefante colorado que tenía tatuado en el lomo: Mudanzas Sbora. Son mis muchachos. El primero que bajó me preguntó si yo era su contacto. Asentí y me dijo que estaba difícil para estacionar, que no sabía si iban a poder hacerlo, que quizás deberían estacionar una cuadra más allá. Empecé a putear hasta que Miguel, el cabecilla de todo esto, vio que un auto dejaba su lugar y atrás de él otro. El camión entró perfecto. A Miguel lo secundaban un pendejo de dieciocho, un gordito que parecía porteador peruano y el conductor del camión. Cuando entró al departamento, Miguel preguntó si levantaba todo lo que se veía. Lo dijo así y le respondí que sí. Miguel aplaudió y empezó a dar órdenes. Dale, que hace frío, decía Miguel. Traé el destornillador, la manta, traé el acolchado para bajar la heladera. Miguel no tenía dientes pero ordenaba y los otros obedecían. Me preguntó si esta era mi oficina. Me preguntó qué carajo había puesto en los canastos que estaban tan pesados y después, para qué quería tantos libros. Desde que empezó todo esto me digo que debería vivir sólo con un bolsito, que no debería aferrarme tanto a las cosas, dejar de lado mi corazón cartonero y tirar los papeles. Esta vez lo hice y me prometí liberarme de algunos libros (no de todos, claro) . Algún día -soñé- viviré con un bolso siempre armado, con una sola muda de ropa y alguna biografía que me apasione. Así recorreré el mundo.
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La mudanza terminó a las once. Todavía quedan algunos canastos y ahora debo recoger unas pocas cosas que quedaron y entregar la llave. Ya está ubicada mi cama, tiene las sábanas limpias y la luz ingresa por la ventana. Es una linda tarde.