Golpean la puerta: ¿Don Alejandro? Lo llaman de Buenos Aires. Alejandro atiende, dice que está muy cansado, que acaba de darse una ducha y necesitaría treinta minutos, ¿podrá ser? Acepto. Treinta minutos después dice, entrecortado, tartamudo, todavía dormido y con una voz pequeña como si fuera posible que las voces tengan tamaño: estoy convencido de que lo importante es que los libros sean como los libros quieran ser, que el relato se escape de la mente del escritor, que tenga vida.
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3 comentarios:
Quiero ser amiga de Zambra.
De usted, Prats, claro quetambién, pero ya soy.
Todas quieren ser amigas mías. Pero yo quiero groupies.
Leí Bonsái..
uhm
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