Cuando llegué a mi habitación me senté frente a la máquina de escribir y empecé a tirar líneas. Cualquier cosa. Se me ocurrió la historia de una parejita que duerme en un rancho en medio de La Pampa. Se escapan de alguien. O alguien los persigue. Mientras hacía escritura automática y ensayaba estéticas que iban de Tarantino a Lynch giraba la cabeza y veía la planta de marihuana que me había regalado Aquiles hacía dos semanas frente a las vías del tren blanco. No sobrevivió a los días nublados. Las hojitas verdes y chamuscadas me daban tristeza. Tenés que tener cuidado porque son frágiles, me dijo Aquiles que no es ni dealer ni amigo sino jardinero y además buena onda. Que había plantado veinte semillas y habían despuntado todas, explicó. Así que ahora se dedicaba a regalar plantas en vasitos de plástico. El mío era (o es porque todavía lo tengo) amarillo. Miro la planta y la extraño. Pienso en hacerle el amor. En besarla, pero no sé si con eso se despertará, si podrá resucitar. En la ventana de esta habitación no recibe sol sino humo de la cantina, y los maullidos desesperados de un gato que no me deja dormir a la noche.
Entonces escribo. Una pareja en una habitación. Son perseguidos y tienen una plantita de marihuana que se les muere. Pienso en sexo, drogas y cumbia villera, pero me sale cualquier cosa. Es difícil el límite, le digo a Iván cuando me lo cruzo en un recital de Bicicletas. Cosas que se pasan de trash, le digo pero él, remera con letras flúo, me dice que no me preocupe: vos trasheá, tirá puntas, después nos juntamos y reciclamos en el diálogo, a lo manliba.
6 comentarios:
Caramba, qué bien que está esto.
Mejor está la novela. Para los amantes del género, claro.
esta hablando de fasoooooooo.... V
sos un putito post fun people con infulas de artista?
che aguante macri no?
que te caben las pepas eso si me re cabe a vos te cabio o te cupo o que carajo..
aguante la nueva banda de toti iglesias
Ni en pedo. No soporto a los vegetarianos. Soy re heavy.
Y sí, lo voté a Mauricio, desde luego. Aguante lo pibe, loco.
Larga vida a las novelas de género. Nosotras estamos en la senda de Corín Tellado.
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